El detenido confesó al policía, que estaba infiltrado en la célula, que "sabía el nombre, dirección, empleo y datos de los padres de la posible víctima" y le preguntó si "contaba con él para llevar a cabo el secuestro y decapitación", según testificó en el juicio del caso.
El objetivo del presunto yihadista era "sentirse un miembro más" de Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países).
La declaración del policía infiltrado versó en torno a los meses que pasó infiltrado en la célula 'Fraternidad Islámica. Grupo para la predicación del Yihad' e identificó a los diez acusados como sus integrantes.
La Fiscalía pide para ellos entre 7 y 19 años de prisión.
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