Es sacerdote, pintor y un verdadero aventurero. Ataviado con su sotana y una cruz, este hijo de la Ucrania de la Unión Soviética asegura a Sputnik que su próxima expedición "promete ser extremadamente peligrosa". Y no es para menos. Su embarcación estará a merced de los rugientes cuarentas y de los furiosos cincuentas, como se conocen a los vientos huracanados de las latitudes 40 y 50 S de los océanos australes.
La travesía comenzará en Albany (Autralia), y durante esos 250 días Kóniujov no hará escalas. Utilizará una máquina desalinizadora para poder beber el agua del mar. Está acostumbrado a comer alimentos liofilizados, un proceso que deshidrata el producto para que se pueda conservar durante más tiempo. Así que apenas se preocupa por la comida y por el agua potable.

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"Lo más importante es planificar bien el viaje y hacerlo de tal forma que no acabe durando más de lo esperado o, mejor aún, que acabe antes. Así que primero tienes que contar con buena meteorología y un buen conocimiento de las corrientes marinas", relata a Sputnik.
"Es mejor partir en octubre. He pasado por el cabo de Hornos cinco veces: cuatro solo y una con mi equipo (…) Supongo que me iré a principios de noviembre", explica.
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Serán 27.000 kilómetros los que deberá recorrer, a razón de 110 kilómetros por día. Deberá remar cada día entre unas 15 y 17 horas: 24.000 movimientos diarios a remo. Pero la travesía por el océano austral no será la última aventura de este sexagenario. A mediados de 2018 quiere establecer un nuevo récord de altitud en globo al alcanzar los 25.000 metros. Un vuelo, nunca mejor dicho, estratosférico, y que le permitirá cumplir uno de los sueños de su infancia.
"Cuando Yuri Gagarin voló al espacio en 1961, yo tenía 10 años e iba a la escuela. En aquel entonces todos estábamos muy contentos y queríamos ser cosmonautas de mayores. Sin embargo, no lo fui y estoy arrepentido de ello, y me pregunto si podría dejar este mundo sin ver la curvatura de la Tierra", revela a Sputnik.
"Y ella me contestó: 'Sí, verás un cielo oscuro y la Tierra redonda'. ¡Solo por eso iré hasta ahí arriba!".
Hace poco, Kolia, su hijo, se apuntó a un programa para ser cosmonauta. Quiere pisar Marte y llegar hasta la cima más alta del planeta rojo, que resulta ser, también, el lugar más elevado de todo el sistema solar. Se trata de una montaña de 22.200 metros de altitud.

Kóniujov, que logró alcanzar la cima del Everest en dos ocasiones, reconoce a Sputnik que la edad empieza a pasarle factura. "Por supuesto que lo noto", dice. Lleva 15 años recorriendo el mundo. Añade que hace poco pasó una revisión médica para poder seguir pilotando y que la pasó sin problemas. "Cuando pasé el examen, me dijeron: 'Con 50 años nadie pasa las pruebas para piloto, y tú las pasas'".
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Otro de los sueños de Kóniujov es descender hasta la fosa de las Marianas. Se trata del punto más profundo del océano, cerca de la isla de Guam, al este de Filipinas. Y es que solo tres hombres han logrado explorar el lugar más profundo del planeta. Jacques Piccard y Don Walsh en 1960 y el famoso cineasta James Cameron en 2012. La idea de descubrir la fosa le "impide dormir por las noches".

Revela a Sputnik de dónde saca tanta energía y el origen de su motivación: su deseo de alcanzar nuevas metas.
"¿Puedo morirme sin ver la fosa de las Marianas? ¿Ya es hora de que deje este mundo? No, es demasiado pronto para eso. Dentro de poco veré la curvatura de la Tierra y no pienso detenerme ahí", promete a Sputnik este sacerdote.