"Brasil llegó, por primera vez en su historia, a la marca de 30 homicidios por cada 100.000 habitantes; la tasa, de 30,3, registrada en el año 2016, corresponde a los 62.517 homicidios en ese año", destaca el informe Atlas de la Violencia, divulgado por el Forum Brasileño de Seguridad Pública y el Instituto de Investigación Económica aplicada.
El informe compara datos entre 2006 y 2016 tiempo en el que los homicidios aumentaron un 13,9% y en una década un total 553.000 personas fueron asesinadas.
El informe contempla asesinatos, latrocinios (robo seguido de muerte) y muertes derivadas de una intervención policial, y confirma que la tendencia no es uniforme; mientras algunos estados de Brasil consiguen disminuir la violencia en otros aumentó exponencialmente.
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El estado de Sao Paulo (sureste), el más rico del país, también es el más seguro: redujo sus tasas de violencia un 46,7% en una década, y los autores del informe atribuyen este éxito a la mejor organización policial y al control responsable de las armas de fuego.
En el otro extremo, los estados del empobrecido norte y noreste del país son los que más sufren con la violencia: en Río Grande do Norte (noreste) los homicidios aumentaron un 256,9%, aunque en proporción el estado más peligroso de Brasil es Sergipe, que registra 64,7 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, más del doble que la media nacional.
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El estado de Río de Janeiro (sureste), en el que el Gobierno de Michel temer decretó una intervención militar alegando una ola de violencia, no está entre los más violentos del país, pero es cierto que empeoró tras años de mejoras.
"En Río de Janeiro las tasas disminuían desde 2003, pero en 2012 ese movimiento se revirtió, y en 2016 (año en que la ciudad acogió los Juegos Olímpicos) hubo un fuerte crecimiento de los índices", apunta el informe.
Los jóvenes de sexo masculino también son los más vulnerables: el 56,5% de los homicidios corresponde a hombres de entre 15 y 19 años; en 2016 un total de 33.590 jóvenes fueron asesinados, un 7,4% más que en 2015.
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El estudio también observa un aumento del 6,4% de asesinatos de mujeres, y en 2016 hubo 4.645 homicidios en que la víctima era de sexo femenino.
El Atlas de Violencia finaliza recomendando inversiones para capacitar al Estado para que tenga las herramientas de gobernanza para que pueda implantar de forma efectiva políticas de pacificación.