El anuncio fue filtrado por un medio de comunicación normalmente muy informado en materias financieras. El periódico económico británico Financial Times citaba a altos ejecutivos de ambas entidades reconociendo que el proyecto lleva meses cociéndose, aunque el plan todavía no es formal y podría descarrilar.
El director ejecutivo de UniCredit, Jean-Pierre Mustier —antiguo directivo de Société Générale— es uno de los promotores de la idea. Y la dirección del banco francés también habría estado estudiando la viabilidad de la fusión.
Para los analistas del banco español Bankinter, la ambiciosa operación facilitaría la diversificación de ingresos por líneas de negocio y exposición geográfica.
"UniCredit tendría acceso a mayores ingresos en banca de inversión y al mercado francés, y SocGen aumentaría el peso de la banca comercial especialmente en Italia y Alemania. Ambas entidades ganarían además masa crítica en Europa del Este", explicaron.
El banco italiano ya estudió en septiembre de 2017 una actuación similar con el alemán Commerzbank —con una capitalización de 16.720 millones de euros—, pero la jugada no llegó a cristalizar.
La creación de un gigante UniCredit-Société Générale representaría una excelente noticia para el Banco Central Europeo (BCE). Su presidente, el italiano Mario Draghi, siempre ha insistido en el proceso de fusiones y adquisiciones porque su sueño es alcanzar la Unión Bancaria en el Viejo Continente, con el euro como divisa.
El problema de estas uniones internacionales, diseñadas para potenciar el crecimiento, la rentabilidad y la eficiencia, es que no producen tantas sinergias como las fusiones nacionales. Y tienen los mismos riesgos pero aumentados a escala continental.
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Las diferencias legislativas y fiscales frenan estos delicados proyectos. Pero subsisten otros peligros no menos significativos. El de los recursos humanos encabeza la lista. Los despidos, eufemísticamente considerados como 'expedientes de regulación de empleo', son uno de los principales problemas de una fusión o adquisición bancaria.
También se plantean riesgos operacionales. En ocasiones, de las fusiones y adquisiciones bancarias derivan cuestiones relacionadas con posibles deudas ocultas o contingencias en el área financiera, contable, comercial o fiscal. Hay que conocer a fondo la empresa con la que se cierra el trato antes de dar ningún paso en falso. Para evitar estos problemas se utilizan auditorías especializadas.
También es imprescindible cuidar al cliente. Los usuarios de los bancos comunitarios más pequeños suelen responder emocionalmente a una adquisición bancaria. Cualquier cambio en las plataformas tecnológicas o en los productos financieros puede afectarles de forma negativa y provocar una fuga masiva de depósitos.
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Finalmente, no es desdeñable el posible choque entre las diferentes idiosincrasias nacionales. Cada banco ha ido creando a lo largo de los años una cultura de empresa particular, una filosofía propia, una forma de trabajar y un modelo de liderazgo diferentes. Armonizar todos estos elementos es una tarea muy complicada y costosa, más si se tiene en consideración que estamos hablando de franceses e italianos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) también apoya la concentración bancaria. Considera que hay demasiados bancos europeos, compitiendo con denuedo por un mercado estancado y que por eso son poco rentables. La solución que promueve es eliminar a los más débiles, fusionarlos con los fuertes y concentrar el sector en unos pocos gigantes.
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Es cierto que en Europa hay muchos bancos, pero la mayoría tiene poco tamaño. Según los datos publicados en 2017 por la Federación Bancaria Europea (EBF), en la Unión Europea existen 6.596 instituciones crediticias que dan empleo a 2,8 millones de personas en 189.000 sucursales.
En opinión de Roldán, dos obstáculos impiden que haya fusiones paneuropeas: un entorno de tipos de interés bajos como el actual y la existencia de "balsas de liquidez y de solvencia atrapadas en las fronteras nacionales", pero reconoció que "la regulación, tremendamente exigente y compleja", y la transformación digital, empujan para que se produzcan estas operaciones de consolidación. En resumen, todavía suenan a quimera. ¿O no?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK