"Las medidas unilaterales y no coordinadas dividirán a Europa, a su población y pondrán en peligro el sistema de Schengen", dice el texto publicado por el servicio de prensa del Gabinete de ministros alemán.
Alemania y Francia expresaron su intención de luchar juntos contra la migración secundaria a la UE, en particular, mediante la reducción de estímulos para los migrantes en el nuevo sistema de Dublín y la ampliación de la colaboración entre los países europeos para impedir que nuevos solicitantes de asilo se trasladen a otros Estados.
Además, las partes abogaron por crear la policía fronteriza europea con Frontex (Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores), así como el Buró Europeo de Migración que se encargará de los trámites de concesión de asilo en los países de la UE y sus fronteras exteriores.
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Europa actualmente es escenario de la crisis migratoria más grave desde la Segunda Guerra Mundial, causada por los conflictos armados y problemas económicos en Oriente Medio y África del Norte.
La edición del Reglamento de Dublín aprobada en 2013 estipula que, en caso de que un migrante cruce la frontera de manera ilegal, el país de entrada es el responsable de tramitar su solicitud de asilo, o el Estado en el que haya vivido durante cinco meses antes de presentar la solicitud o en el último país donde se encuentre.
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En caso de que el mismo no tenga permiso de residencia en el país donde se encuentra o su solicitud de asilo sea rechazada, el refugiado es enviado al país de origen.
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Los países que reciben la mayor cantidad de migrantes, entre ellos Grecia e Italia, están en contra de ese sistema, ya que las normas bloquean a los refugiados en su territorio.