La revista Science publicó una actualización de la investigación sobre los rituales de sacrificio claves para el mundo espiritual del pueblo azteca, que se realizó a través del estudio de cráneos que se encontraron en 2015 debajo de una casa de época colonial en la calle Guatemala, que se encuentra detrás de la catedral de la Ciudad de México.
Fotos del hallazgo del Huey Tzompantli de Tenochtitlan ubicado en la calle de Guatemala #24. En esta estructura se colocaban los cráneos de los sacrificados. Era flanqueada por dos inmensas torres hechas con cráneos. Midió 34 m de largo y 12 de ancho@RoyCampos pic.twitter.com/BTjrHSM3gT
— Tlatoani_Cuauhtemoc (@Cuauhtemoc_1521) 17 de mayo de 2018
Los hallazgos indican que los aztecas tenían una industria del sacrificio humano tan masiva que no se compara con ninguna otra en la historia del mundo.
"Colocaban el cuerpo boca arriba [y] armados con años de práctica, conocimiento anatómico detallado y cuchillas de obsidiana más afiladas que el acero quirúrgico actual", hacían una "incisión en el espacio delgado entre dos vértebras en el cuello" logrando una decapitación perfecta.
"Usando sus cuchillas afiladas, los sacerdotes cortaban hábilmente la piel y los músculos de la cara, reduciéndola a una calavera. Luego, tallaban grandes agujeros en ambos lados del cráneo y lo deslizaban sobre un grueso poste de madera que contenía otros cráneos preparados de la misma manera", se lee en la web de la revista.
Infografia del hallazgo del Huey Tzompantli (estandarte de cabellos) de Tenochtitlan. En ella se ve la torre de craneos de casi 2 m de alto. Todo esto debajo de una casa antigua de la calle de Guatemala a 2 m de profundidad. Más 500 cráneos. Imagen @elheraldo_mx @jenarovillamil pic.twitter.com/NVHpcd7Qrv
— Tlatoani_Cuauhtemoc (@Cuauhtemoc_1521) 16 de mayo de 2018
Los cráneos estaban destinados a formar parte del tzompantli de Tenochtitlan: una especie de altar compuesto por enormes estantes de cráneos construido frente al Templo Mayor; una pirámide con dos templos en la parte superior, una dedicada al dios de la guerra, Huitzilopochtli, y la otra al dios de la lluvia, Tlaloc.
El tamaño y el espacio de los agujeros en los cráneos permitió al equipo de expertos del INAH estimar el tamaño del tzompantli: 35 metros de largo, 12 a 14 metros de ancho, probablemente con cuatro o cinco metros de altura.

Después de meses o años bajo el sol y la lluvia, el cráneo comenzaba a deteriorarse, podía perder dientes e incluso su mandíbula. "Los sacerdotes la quitarían para convertirla en una máscara y colocarla en una ofrenda, o usar mortero para agregarla a las dos torres de calaveras que flanqueaban al tzompantli", se explica en Science.
Sin embargo, a sabiendas "de que los conquistadores eran propensos a exagerar los horrores del sacrificio humano para demonizar la cultura" azteca, el dato fue desestimado por los historiadores y arqueólogos posteriores hasta que en 2015 los investigadores del INAH comenzaron a estudiar los 180 cráneos hallados, en su mayoría completos y miles de fragmentos de cráneo.
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Los resultados indican que aproximadamente 75% de los cráneos pertenecían a hombres, la mayoría tenía entre 20 y 35 años, la edad de los guerreros, señala Science. Un 20% de los cráneos pertenecían a mujeres y 5% a niños.