La ejecución de la sentencia se realizó catorce años después de que en 2004 Asahara, cuyo nombre real era Chizuo Matsumoto, fuera declarado culpable de 13 cargos y condenado a pena de muerte en la horca.
También fueron ejecutados Seiichi Endo, Tomomitsu Niimi y Masami Tsuchiya.
La ejecución se ha retrasado tanto, ya que en Japón las condenas a muerte no se llevan a cabo hasta que el veredicto contra todos los acusados y cómplices sea definitivo, y no quedan recursos pendientes contra ninguno de los integrantes del grupo.
Posteriormente la ministra de Justicia de Japón, Yoko Kamikawa, dio a conocer oficialmente los nombres de los siete exdirigentes de la secta Aum Shinrikyo ejecutados.
"Se cumplieron las sentencias de pena de muerte dictadas a Chizuo Matsumoto [fundador de la secta, conocido como Shoko Asahara], Kiyohide Hayakawa, Tomomitsu Niimi, Masami Tsuchiya, Tomomasa Nikagawa, Yoshihiro Inoue y Seiichi Endo", anunció agregando que cometieron crímenes sin precedentes por su gravedad y catalogados como atentados con uso de arma química.
Todos los individuos que murieron el 6 de julio tenían que ver con la fabricación del gas sarín, el desarrollo de otras armas químicas y la adquisición de armas convencionales.
Por ejemplo, en sus funciones de responsable de guerra de la secta, Hayakawa dirigió, en 1993, la construcción de una planta de sarín, también visitó a menudo sucursales rusas de Aum en la década del 90 con fines prácticos, para adquirir fusiles de asalto Kaláshnikov y un helicóptero MI-8.
Temas relacionados: El Supremo de Japón absuelve a Naoko Kukichi, integrante de la secta Aum Shinrikyo
El 20 de marzo de 1995 el grupo Aum Shinrikyo ejecutó los atentados con gas sarín en el metro de Tokio que causó la intoxicación de 6.300 personas, de las cuales 13 fallecieron y decenas quedaron en estado casi vegetativo.
En 1994 la secta organizó otro atentado con sarín que dejó ocho muertos en la prefectura de Nagano.
Los juicios contra los miembros de la secta concluyeron solo en enero de este año, después de que la Corte Suprema desestimó la última apelación de un miembro condenado a pena capital.