Anthony Gignac se comportó como un príncipe saudí de manera intermitente durante casi tres décadas, pero en realidad era natural de Colombia, si bien había sido adoptado de pequeño por una pareja del estado de Michigan (EEUU), informa Daily Mail.
A pesar de tener problemas con la ley, siguió viviendo la vida de un rico príncipe extranjero, con un piso en la exclusiva isla Fisher de Miami y varios autos de lujo.
En 2017, Gignac volvió a sacar a su álter ego principesco. Uno de sus representantes se acercó a Jeffrey Soffer, promotor inmobiliario de Turnberry Associates, para hacer supuestamente una inversión de 440 millones de dólares en su balneario, el Fontainebleau de Miami.
Dos meses después, Gignac tuvo su primer encuentro con Soffer en persona, y se presentó como el príncipe heredero saudí Jalid bin Saud.
En agosto invitó a Soffer a su apartamento, donde le mostró una carta del Banco de Dubái, garantizándole 600 millones de dólares y dos automóviles de lujo de su colección, que llevaban placas diplomáticas.
Soffer comenzó a sospechar del juego sucio de Gignac debido en gran parte a que había visto al hombre, que afirmaba ser musulmán, comiendo platos que contenían carne de cerdo.
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Finalmente, el estafador fue arrestado en noviembre del año pasado en un vuelo de Londres a Nueva York bajo un nombre falso.
Gignac se declaró culpable en mayo de los cargos de hacerse pasar por un diplomático extranjero y un alto cargo de un Gobierno foráneo, robo de identidad agravado y conspiración para cometer fraude. Está a la espera de sentencia.