Tambaleándose, como Europa misma. Así se le pudo ver al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en un acto tras la cumbre de la OTAN, donde debía ser una de las puntas de lanza en la defensa de los intereses comunitarios frente al presidente de EEUU, Donald Trump.
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Asistido en un primer momento – y tal vez en una escena del todo simbólica –, por el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, y luego por otros altos cargos que se aseguraron de que no se precipitara al suelo, Juncker era incapaz de mantener su vertical, o subir o bajar escalones.
Las redes sociales comenzaron a ser implacables. Mordaces. Como también comenzaron a serlo varios medios de comunicación, como el periódico británico The Sun, que le llamó Mr. Drunker, es decir, Sr. Borracho.
Pero, como se dice en periodismo, esas disculpas 'no resisten ningún archivo'. Y es que el pasado estaría condenando a Juncker. En una cumbre en Riga en 2015, se le pudo ver zapateando alegremente previo al acto protocolar de recibir a los políticos, a los que saludó en algunos asestando sonoros cachetazos, con otros comparó su corbata, y hasta besó alguna frente. Y al percibir la presencia del presidente de Hungría, Victor Orbán, soltó: "el dictador está llegando", para rematar la faena llamándole dictador en su propia cara, y dándole su bendición con su cachetada protocolar.
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Para el periodista y analista internacional Juan Aguilar, Juncker no estaba 'presuntamente borracho': "presuntamente no, estaba borracho", sentencia el analista. En este sentido, Aguilar afirma que la imagen de Juncker tambaleándose sin poder mantenerse erguido "es la imagen de Europa".
"La imagen (de Juncker) te dice todo: va borracho, o va fumado, o lo que sea. Pero no deja de ser más que el reflejo de lo que es toda una sociedad y la Unión Europea. Ahora le corresponde a Europa dar esa imagen, y esa imagen se corresponde con su postura de debilidad".
Ante estos dichos, saltaron voces desde la propia Europa, de quienes entienden que el principal problema de Europa, es Europa y sus dirigentes, y que el presidente de la Comisión Europea, entre otros, había dado buen ejemplo de eso, tal vez la muestra más simbólica y tangible por estos días.
"Yo creo que se equivoca, no sé si conscientemente o no, el ministro de Exteriores francés, porque no es que Trump ponga en peligro a la UE y quiera desestabilizarla, ni muchísimo menos. Lo que quiere es tenerla subordinada a sus intereses como siempre, esto no es nuevo", observa el periodista.
Tuvo tiempo para más cosas Trump en esta gira, y ofreció un par de caramelos envenados al Reino Unido: alabó al ex ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, y hostigó a la primera ministra, Theresa May, por intentar pactar un Brexit blando – que produjo la hecatombe en su Administración – que acarrearía graves consecuencias en futuros acuerdos comerciales con EEUU, que a su vez en ese escenario preferiría pactar un mejor acuerdo con la UE.
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"Es que Boris Johnson es como Trump, hasta incluso físicamente tienen un cierto aire. En esta estrategia de la subordinación de la UE, y de debilitarla para impedir que efectivamente pueda tomar iniciativas propias y pueda ser soberana, la salida del Reino Unido ha sido fundamental. Además ha metido a la UE en una crisis de la que todavía no ha salido. Cualquier debilitación de ese Brexit, de esa salida, no le conviene a los intereses norteamericanos, entonces Trump va a presionar para que el Brexit sea como ellos lo han querido y lo han deseado: que sea un Brexit absoluto. Porque eso además obliga necesariamente al Reino Unido a apoyarse más en EEUU", concluye Juan Aguilar.