"Por muchas que sean las sospechas, nuestra exigencia principal es que se pongan las pruebas sobre la mesa", dijo Antónov a los periodistas.
El embajador tachó de un "disparate" las acusaciones de que Rusia interfirió en los asuntos internos de EEUU.
"Hasta la fecha no hay ningún prueba seria, solo un tribunal puede decidir quién es culpable o quién no", subrayó.
El fiscal general adjunto estadounidense, Rod Rosenstein, reconoció al mismo tiempo que los supuestos ciberataques no tuvieron impacto en el resultado de las elecciones presidenciales de 2016.
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Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, comentó que el caso sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones norteamericanas forma parte de "la batalla política interna" de EEUU.
En particular, las pesquisas buscan comprobar la hipótesis de que el presidente Donald Trump tuviera contactos secretos con el Kremlin durante la campaña electoral, y que Moscú influyera de alguna manera en los resultados de los comicios.
Sin embargo, tras casi dos años de investigación, no se presentó ni una sola prueba irrefutable que comprobara dichas acusaciones.