"Emprender un proceso de paz es correcto porque hablamos de personas que están en la cárcel y pueden ser inocentes, que estuvieron en esa guerra porque se vieron obligados a sembrar drogas", adelantó Solalinde.
La confrontación entre narcotraficantes, militares y cuerpos de seguridad ha causado unos 200.000 muertos y más de 35.000 desaparecidos desde 2007, según cifras oficiales.
El proyecto que Solalinde contribuye a diseñar y que incluye una consulta nacional, "no solo otorgaría el perdón a esas personas que no violaron los derechos humanos" durante esa década de guerra entre el crimen organizado y los militares, "sino que considera además regularizar la marihuana y tal vez la amapola (materia prima de la goma de opio) que es un tema delicado", reveló.
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El equipo de transición de López Obrador encargado de la política interior elabora un proyecto de ley de amnistía "que reincorporaría a la sociedad a las personas que no cometieron hechos de sangre" y que fueron obligadas a delinquir por necesidad o coacción de los jefes del crimen organizado, explicó.
López Obrador "piensa hacer algo importante para cambiar este país sin imposiciones, con el consenso de todas y todos, que es su palabra favorita, una palabra hermosa en la que la diversidad permite que se pongan acuerdo en ese espacio con sinergias creativas y productivas", celebró el sacerdote.
En ese proceso, el próximo Gobierno va a consultar a las víctimas "para que la sociedad civil participe", anunció el asesor en derechos humanos.
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Solalinde, reconocido por su defensa de los derechos de los migrantes, fue incorporado al equipo que encabeza la exministra de la Suprema Corte de Justicia, Olga Sánchez Cordero, encargada de la estrategia de pacificación.
"En las reuniones de los designados al gabinete sesionamos tres veces por semana, entre tres o cuatro horas" para el diseño de la política interior, relató Solalinde.
La participación del religioso de 73 años es honoraria, en calidad de "observador con autoridad moral para actuar con libertad en las mesas de transición", como se llama el proceso de traspaso de las responsabilidades del Poder Ejecutivo saliente y del entrante, que comenzará el 1 de diciembre.
Libertad para criticar
En esa condición, el activista social asiste a las mesas relacionadas con educación, derechos humanos, migración, economía solidaria y proyectos productivos para las zonas indígenas.
Sobre el rol que juega en el equipo de transición, Solalinde explicó que "soy asesor voluntario, sin paga, no quiero ser parte del próximo Gobierno, tengo libertad y derecho de actuar desde los intereses del pueblo", precisó.
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El sacerdote dijo estar dispuesto a criticar a López Obrador, a pesar de su amistad y simpatía.
"Él tiene una excelente buena voluntad, pero algunos de los miembros de su equipo, a lo mejor, en algún momento, no estén en esa misma sintonía", precisó sobre su independencia.
Solalinde describió su forma de aconsejar en los siguientes términos: "Intervengo cuando observo una acción que no ayuda a la democracia, lo hago en mis redes sociales, en persona o con llamadas telefónicas".
"Conozco su pensamiento y su obligación con millones que votaron por él en busca de un cambio", aseguró.
Solalinde hace planteamientos en los que no coincide con López Obrador, como la idea del líder político de que los fiscales sean elegidos de una terna seleccionada por el presidente.
"En ese punto coincido cien por ciento con el proyecto de la sociedad civil, que quiere una reforma constitucional que despolitice la designación de los fiscales (general, anticorrupción y de delitos electorales) y que participen los organismos sociales", explicó sobre su desacuerdo.
Sobre López Obrador sostuvo que "su testimonio es admirable, es un hombre bueno, honesto, inteligente y sensible, que me asombró por su relación con la gente; su memoria de cada lugar que visita le permite llamar a cada persona por su nombre".
Revelaciones de un misionero
Solalinde, un teólogo católico presentó esta semana el libro "Revelaciones de un misionero: mi vida itinerante", narrado por la periodista Karla María Gutiérrez.
"La esencia de mi libro es el testimonio de un hombre, un sacerdote, que fue trabajando su conciencia, que se fue transformando, alimentando esa conciencia con referentes riquísimos, con el primer referente que es el Jesús histórico, el joven de Nazaret descrito en los evangelios", resumió.
Esa obra nace también de "un enorme interés por el ser humano" que lo llevó a rastrear en espacios diferentes al ámbito religioso: indígenas, migrantes, intelectuales, religiosos de otros credos.
"Con esas herramientas teóricas, el confesionario me permitió conocer más al ser humano sin las apariencias, un medio formidable de transformación", confió.
Esa experiencia y su fe cristiana "me permitieron huir de lo convencional para no resultar formado como las piezas en serie, sino con otros referentes y contextos", relató.
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Así decidió tomar un riesgo de no ser ordenado por elegir un camino propio, hasta que llegó a un punto de quiebre, en diciembre de 2010.
"Tras un debate con la estructura eclesiástica, recibí el permiso para ser misionero itinerante, y decido seguir el camino de los migrantes", contó para marcar el punto de no retorno, etapa en la que recibió amenazas de muerte.
En ese punto elaboró su comprensión de la política, como la búsqueda el bien común, un camino en el que convergió con López Obrador.
Ahora se ha convertido en el principal religioso en el equipo del próximo presidente, que comenzará a gobernar México el 1 de diciembre.
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