"Lo simbólico es que los Cascos Blancos prefirieron huir de Siria, apoyados desde el extranjero, y, de ese modo, revelaron su naturaleza y demostraron su hipocresía a todo el mundo", dijo la Cancillería al señalar que "demostraron claramente quiénes les hacían encargos y quienes financiaban su existencia".
"Quisiéramos subrayar que en realidad, todo es lo contrario, fue Washington que durante esos muchos meses no hizo nada para separar en la zona de distensión suroeste los llamados grupos moderados de oposición de los terroristas de Daesh y Frente al Nusra (ambos proscritos en Rusia y otros países), ahora en el suroeste de Siria, gracias a las actividades exitosas de las fuerzas armadas sirias y nuestro apoyo, se recupera el orden y legitimidad, se crean condiciones para volver a la vida pacífica", dice la nota.
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El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reveló el 22 de julio que Israel evacuó a unos 800 sirios —miembros de la organización Cascos Blancos y sus familias— de Siria y los trasladó a Jordania a petición del presidente de EEUU, Donald Trump, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y otros líderes mundiales.
La organización, que contó con un gran apoyo de Occidente, supuestamente centraba su trabajo en la salvación de civiles en las zonas de combate, pero, en opinión de Damasco, se dedicaba a realizar una labor propagandística en contra de las autoridades del país.
La Cancillería rusa, por su parte, considera que los Cascos Blancos fueron una de las piezas de la gran campaña de desinformación dirigida contra las autoridades de Siria.
El presidente sirio, Bashar Asad, ya había asegurado anteriormente que los miembros de ese grupo en realidad son partidarios de la organización terrorista Al Qaeda (prohibida en Rusia).