"Creo que la pena capital es inevitable para los que cometieron los delitos más graves y atroces, el Estado no revisará la pena de muerte inmediatamente", dijo Kamikawa a los medios, citada por la agencia Kyodo.
Según la agencia, las encuestas realizadas en 2014 demostraron que el 80,3% de los japoneses abogan por la ejecución, mientras que solo el 9,7% quiere su abolición.
En 1994, unos militantes de Aum dispersaron sarín en la ciudad de Matsumoto, de la prefectura de Nagano, dando muerte a siete personas; en marzo de 1995 colocaron bolsas plásticas llenas de sarín en el metro de Tokio, con un saldo de 13 muertos y 6.300 intoxicados.
Fue entonces cuando la Policía arrestó a unos 30 dirigentes de la secta, 13 de ellos fueron condenados a morir, pero la sentencia se cumplió solo en julio.
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En enero de 2018 se puso punto final al proceso judicial abierto contra Aum Shinrikyo.