Durante la Segunda Guerra Mundial, los altos cargos militares de EEUU eligieron las ciudades niponas que serían los blancos de los primeros bombardeos atómicos.
El 6 de agosto, a las 08:15 de la mañana, la bomba de uranio Little Boy (Niño Pequeño) fue lanzada sobre el centro de Hiroshima.
La explosión, con una potencia de 16 kilotones, se produjo a 600 metros de altura y provocó destrucciones masivas.
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Unas 80.000 personas murieron al instante, más de 12.000 desaparecieron y 40.000 sufrieron heridas; en un radio de cuatro kilómetros desde el epicentro de la explosión se produjeron incendios que duraron muchas horas.
Hiroshima se convirtió en el símbolo de la lucha contra el uso de armas de exterminio en masa.