"Creemos que es importante que salga la ley, porque es un problema de salud pública que afecta a todos los cuerpos gestantes, y más que nada a las mujeres vulnerabilizadas de la pobreza, que no pueden acudir a un aborto seguro; porque el aborto sucede se quiera o no, y es de suma urgencia legalizar la ley", dijo a Sputnik, Camila, una estudiante de veterinaria de 20 años, quien reside en el barrio porteño de Núñez.
El Senado argentino decide desde el 8 de agosto en una jornada histórica si aprueba o rechaza el proyecto de ley que reconoce el pleno derecho de una mujer a interrumpir su embarazo hasta la semana 14 de gestación.
El área está dividida para evitar posibles incidentes, y así, de un lado de la plaza del Congreso se reúnen quienes están a favor, y del otro, vallas mediante, quienes se oponen a que las mujeres puedan decidir sobre si quieren o no interrumpir su embarazo y, en caso de querer realizarse un aborto, poder hacerlo de forma legal.
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Del lado de quienes están a favor, donde hay una cifra significativamente mayor de personas, predominan las jóvenes de pañuelos verdes, los cánticos, las batucadas, y un ambiente de fiesta que desafía tanto a la lluvia torrencial y al frío, así como a la propia posibilidad de que la ley no sea aprobada, según se conocen las voluntades de los legisladores, que en su mayoría se inclinarían en contra de la iniciativa.
La "ola verde" no es solamente una expresión; es tanta la gente en la zona de quienes están a favor de la ley que por momentos es literalmente imposible moverse, y las personas simplemente se dejan llevar por esa verdadera marea de jóvenes hasta que pueden continuar su camino.
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Cuanto más cerca del Congreso más es la gente que se aglomera cantando y saltando en favor de la ley.
Brenda y Maiden son dos chicas de 18 años que llegaron a Buenos Aires desde la ciudad de La Plata, a unos 60 kilómetros de la capital, para aguardar el resultado.
"Tenemos que empezar a decidir por nosotras mismas y dejar de depender del Estado, de la Iglesia, en qué queremos o no queremos hacer en nuestras vidas. Si por alguna razón quedo embarazada, algún método anticonceptivo falló y decido abortar, me parece que debe ser libre y gratuito, que no sea en forma clandestina", dice Brenda al ser consultada sobre por qué es importante que se apruebe la ley.
Vendedores
Susana, de 54 años, está desde la mañana vendiendo pañuelos celestes en la zona delimitada para quienes están contra la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
"Habré vendido 60 pañuelos", cuenta la mujer, residente de la ciudad de Lanús (sur), y que, asegura, está contra el aborto.
"Aparte del negocio, que es un trabajo, estoy a favor del celeste, de que no tiene que salir, por nada del mundo", explica a esta agencia.
"Vendí unos 30", dice la mujer a Sputnik, mientras se refugia de la lluvia bajo el techo de un kiosco de diarios y revistas.
Del lado "verde" de la zona del Congreso, hay varios vendedores por cuadra, mientras que en la zona "celeste" los vendedores aparecen pregonando sus pañuelos de forma más esporádica.
Todos venden sus pañuelos a 50 pesos argentinos (1,8 dólares).
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También por 50 pesos se venden choripanes y hamburguesas, en puestos instalados a lo largo de las calles laterales y cuyas planchas no dan abasto ante las interminables filas de clientes.
Dos vidas
Quienes se manifiestan contra la ley de despenalización del aborto consideran que el embrión "tiene derecho a vivir", y que eso deja en segundo plano la voluntad de la mujer.
"Creo que hay muchas chicas que quedan embarazadas y salen adelante y luchan por sus hijos; estoy totalmente en contra", dice a Sputnik, Sofía, de 25 años, quien llegó a la zona del Congreso con su familia.
Agrega que le "parecen absurdas muchas de las razones que tiene la gente que está a favor" y asegura que si se aprueba la ley las mujeres jóvenes abortarán por "miedo" o por temor al "qué dirán sus padres".
No así Liliana, una jubilada de 63 años quien conversó con Sputnik antes de ir a una misa contra el aborto.
Para esta mujer, el aborto debe estar prohibido "aunque sea violación, porque el daño ya se le hizo a la persona, y sacarle al bebé es un daño mayor todavía. Es otro daño más psicológico [contra alguien] que no tuvo la culpa. Habrá que atenderlos a los dos psicológicamente, pero una persona que tiene una criatura de una persona que la violó, hay que apoyarla desde lo psicológico, ayudarla a tener ese bebé y tratar de que lo ame, y si no que lo entregue en adopción".
"Yo conozco gente que ha sido violada, y la hija producto de esa violación amaba a su madre que tuvo la valentía de poder tenerla", agregó.
Si el proyecto que se está votando en el Senado se rechaza no podrá volver a tratarse hasta el año que viene, según la Constitución de Argentina, pero si se aprueba con cambios volverá a Diputados, donde se presume será finalmente aprobado.
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