Porque Syrucek fue uno de los testigos de los hechos de agosto de 1968. En aquel entonces trabajaba como redactor jefe del periódico Mladá fronta. Uno de los recuerdos más vivos en la memoria de este checo tiene que ver con las reuniones que mantuvo con dos periodistas soviéticos, uno del rotativo Komsomolskaya Pravda y otro de Izvestia. Ambos corresponsales en Checoslovaquia.
"Lo dos me llamaron después de que [la URSS] invadiese Checoslovaquia para vernos y me explicaron cómo veían lo que estaba pasando. Al corresponsal de Komsomolskaya Pravda, Andréi Krushinski, le encomendaron la tarea de ir de noche al aeropuerto y elaborar un reportaje sobre la llegada de las tropas soviéticas. Como él conocía la realidad checa y sabía que [la Primavera de Praga] no era una contrarrevolución ni una protesta antisocialista, de camino al aeropuerto chocó con el auto deliberadamente y pasó todo el tiempo en el hospital para no escribir sobre aquello", relata a Sputnik.
La noche del 20 al 21 de agosto Syrucek llegó a su casa de la redacción del periódico Mladá fronta. Fue entonces cuando su esposa, "muy preocupada", le dijo que había oído por la radio que las tropas habían penetrado en territorio checo.
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"Llamé rápidamente a la redacción para que nadie saliese del edificio (…) Volví corriendo al periódico y sacamos un nuevo número de Mladá fronta a eso de las cinco y media de la mañana con una declaración del Comité Central del Partido Comunista, con nuestros primeros comentarios y con una fotografía de los tanques en Praga tomada por nuestro entonces fotógrafo. Horas más tarde, los soldados soviéticos tomaron nuestra redacción", recuerda Syrucek.
"Un día, Ponizovski me invitó a dar un paseo y me dijo 'Milan, soy un admirador suyo. Pero en Dresden nuestras divisiones se están preparando para invadirlos. Les están dando clases sobre Checoslovaquia, aprenden palabras en checo y estudian los mapas del país'".
Al volver a Checoslovaquia, Syrucek se lo contó al entonces primer secretario del Partido Comunista checo, Alexander Dubcek, quien se apresuró a negar categóricamente que los soviéticos fuesen a invadir Praga.
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"Dubcek me dijo: 'Milan, es imposible. Nuestros servicios de inteligencia no me han dicho nada'. Yo le pregunté si esos servicios operaban en el este. 'No, allí no tengo. Pero de todas formas no me creo que pueda ocurrir algo así. Lo servicios de inteligencia no me han dicho nada'. Como el tiempo acabó demostrando, sí pasó", relata a Sputnik.
"Este es un capítulo de la historia que ya se ha cerrado. Creo que no está bien remover el pasado 50 años después. Más que nada porque ya no sigue vivo casi ninguno de los políticos de entonces", concluye.