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Crímenes de lesa humanidad en Chile "no se tratan con la profundidad que requieren"

© Sputnik / Valeriy Melnikov / Acceder al contenido multimediaMonumento a Salvador Allende en Santiago
Monumento a Salvador Allende en Santiago - Sputnik Mundo
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A 45 años del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y empujó a Chile hacia uno de los capítulos más oscuros de su historia, Sputnik consultó a Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores de ese país, para conocer cómo se aborda en el sistema educativo un tema tan delicado.

De acuerdo con Aguilar, "los derechos humanos son un piso a partir del cual se debe edificar toda convivencia social". Por eso, los discursos que intentan relativizar lo ocurrido en la última dictadura cívico-militar en Chile "bajo el supuesto de los contextos" son rechazados desde el gremio de los educadores del país.

"El 11 de septiembre es una fecha trágica para el país que marca un hecho traumático que hasta el día de hoy, 45 años después, todavía golpea a nuestra sociedad. Todavía hay sectores que tienen una actitud negacionista y han comenzado ahora a decir que las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron, que fueron horrorosas y gravísimas, tenían un contexto que las explicaba", indicó el gremialista.

Una reproducción de la xilografía Allende, del artista Luis Miguel Valdes (Cuba). 1975. - Sputnik Mundo
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"Nosotros como educadores hemos señalado que no hay contexto que pueda justificarlas", agregó. Al mismo tiempo, consideró que "cualquier condena" a estos episodios debe ser "absolutamente clara y sin ambigüedades".

El Gobierno de la dictadura inició con el golpe de 1973 y se extendió hasta 1990, bajo el mando del general del Ejército Augusto Pinochet. Según cifras oficiales incluidas en informes preparados por comisiones especiales cerca de 28.000 personas fueron torturadas, 3.197 fueron asesinadas o desaparecidas y unas 200.000 fueron obligadas al exilio.

En agosto, el panorama político de Chile fue sacudido por la aparición de declaraciones polémicas del ministro de Cultura designado por el nuevo Gobierno, Mauricio Rojas. En un libro publicado hace algunos años, el exguerrillero izquierdista —luego ingresado a las filas de la derecha— afirmaba que lo que se mostraba en el Museo de la Memoria de Chile era "un montaje".

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"Es horrible que existan esas posturas negacionistas y relativistas. Uno aspiraría a que, cualquiera sea la postura ideológica, la condena a la violación de los derechos humanos fuera una cosa unánime en la sociedad. Lamentablemente no es así en el caso de Chile: quedan estos sectores".

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Sin embargo, rescató que tras los dichos de Rojas hubo una "reacción muy masiva" en toda la sociedad, que "hizo insostenible su mantenimiento en el cargo". Eso, opinó, habla "de una conciencia en una parte importante de la población chilena".

"Incluso en sectores de la coalición de Gobierno de derecha se sostuvieron posturas en contra de su permanencia en el cargo. Eso también es un buen indicador más allá de las diferencias políticas. Me parece que habla bien de la sociedad chilena esta reacción que se tuvo hacia un ministro que estaba comprometido con declaraciones tan nefastas", afirmó.

A pesar de este sentimiento que atraviesa el arco político, los profesores consideran que en los programas "el tema no es tratado con la profundidad que se requiere", pues los sectores "negacionistas o relativistas han tenido influencia", incluso si no formaban parte del Gobierno.

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Aguilar subrayó que tras los 17 años de dictadura se instaló "una supuesta política de los consensos" que hoy en día cuenta con visiones críticas, porque en los hechos "fueron capitulaciones sobre ciertos temas con herederos de la dictadura". Estos consensos hoy afectan el modo en el que se abordan los derechos humanos y las violaciones a los derechos humanos.

"El tema se ha comenzado a incorporar, pero de una forma un poco liviana y excesivamente cuidadosa a nuestro entender. En el tema de los derechos humanos no se puede tener esa postura suave. La condena debe ser muy enérgica y muy contundente", afirmó el profesor.

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La juventud chilena en los últimos años se ha batido por reivindicaciones sociales y ha hecho honor a las palabras de Allende, quien en uno de sus discursos afirmó que "ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica". Las nuevas generaciones tomaron las calles en reclamo de reformas educativas y han secundado las protestas contra el sistema de jubilaciones privadas.

"Ciertamente han estado en la cabeza de movimientos sociales muy potentes que han logrado instalar temas con mucha fuerza y en ese sentido ciertamente hay que reconocer y valorar. Un grupo importante de jóvenes han emergido en la sociedad chilena con una postura crítica de transformación y superación del modelo neoliberal que tan fuertemente se impuso en Chile", aseguró Aguilar.

No obstante, "la institucionalidad no ha dado cuenta de esas movilizaciones" y las reformas que se alcanzaron "han sido todavía muy tibias". Por ejemplo, la gratuidad de la educación universitaria pública es una de las banderas que alzan los movimientos juveniles.

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Los cambios impulsados por la última administración de la progresista Michelle Bachelet (2014-2018) extendieron este beneficio pero no de manera universal. Aún hoy, muchas familias chilenas tienen que soportar un enorme peso de deuda si quieren acceder a una formación terciaria.

"Eso lo perciben los jóvenes: por un lado hay fuerte crítica al modelo al sistema y así lo demuestra los movimientos que los jóvenes han desarrollado. Pero a la vez hay una profunda desafección al sistema y la clase política. La abstención de los jóvenes en los comicios electorales sigue siendo muy alta y gran parte de los que se abstienen no es por indiferencia, sino por no creer ni en el sistema electoral ni en el político", concluyó el gremialista.

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