El delicioso alimento que mayas y aztecas reconocieron como un regalo de los dioses es en realidad el chocolate negro, reconocido por su amargura al paladar y cuya industrialización en el siglo XVIII desplazó al té y al café, las infusiones más populares de la época.
La novedad era un compuesto de grasa vegetal con aromatizantes y saborizantes que llegó a la industria en 1930, cuando la compañía Nestlé creó una barra llamada Galak.
Un año después, M&M Candy introdujo en los Estados Unidos este tipo de chocolate, y en 1948 Nestlé arremetió en el mercado estadounidense con la Alpine White que contenía chocolate blanco y almendra picada.
A pesar de que alcanzó una inmensa popularidad, esta mezcla abandona el ingrediente principal: el cacao, que en este caso estaba quedaba sustituido por la leche. Si tiene algún gusto al verdadero, es solo porque la manteca con que se elabora contiene aroma a cacao.
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Todos los productos calificados desde entonces como chocolate blanco siguen el mismo proceso productivo y esta es la razón por la que siempre es dulce, a diferencia de otras versiones de chocolate que son más dulces o amargos en función de la cantidad de cacao.