La empresa privada OceanGate, que utiliza su pequeña flota de sumergibles tripulados para explorar, investigar y catalogar los océanos que rodean América del Norte, ha decidido usar esta oportunidad para llevar a cabo una expedición con fines tanto científicos como comerciales.
El grupo utilizará herramientas avanzadas de modelado 3D para analizar y preservar la memoria del Titanic para las generaciones venideras.
El Titanic chocó contra un iceberg el 14 de abril de 1912 mientras navegaba a través del Atlántico en su viaje inaugural de Southampton a Nueva York. Se partió en dos y se hundió a una profundidad de 3,8 km a unos 600 km de las costas de Terranova, Canadá. Durante los pasados 100 años, las bacterias han estado comiendo su casco de metal, dejando millones de formaciones en forma de estalactita.
"Ahora hay más vida en el Titanic que flotando en la superficie", declaró Lori Johnston, ecologista de la Universidad de Regina (Canadá).
Ha visitado el naufragio seis veces y es especialista en rustícula —una formación de óxido similar a un carámbano o estalactita en apariencia que se produce en las profundidades del agua cuando se oxida el hierro forjado—. La bacteria que ahora es el principal enemigo de los restos del barco incluso fue bautizada en su honor: Halomonas titanicae.
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Las formaciones en forma de estalactita son el resultado de la acción de las bacterias. El fluido ácido y el óxido caen hacia abajo por la gravedad, formando estas frágiles 'ramas'.
Para cuando el explorador Robert Ballard y su equipo descubrieron el barco en 1985, las bacterias ya habían tomado el control de la nave. Debido a que comen aproximadamente 180 kg de hierro por día, los científicos le han dado a la nave una corta esperanza de vida. Así, a juicio de Johnston, Titanic podría no ser reconocible en apenas 20 años.