La caza casi llevó a esta especie a la extinción en el siglo XIX y, desde entonces, la población de las ballenas francas no logró recuperarse. A día de hoy son unas 430 ballenas las que siguen vivas. De ellas, solo 100 son hembras capaces de reproducirse. Algunos científicos pronostican que esta especie podría desaparecer para el 2040.
Por esta razón, la Fuerza Militar estadounidense se comprometió a limitar algunas de estas actividades durante los períodos migratorios de las ballenas francas, que se desplazan al sur a lo largo de la costa este de EEUU para reproducirse.
Entre las actividades que se limitan está el uso de los potentes sonares que los militares emplean para practicar la detección de submarinos. Estas fuertes señales pueden afectar gravemente a las ballenas, e incluso matarlas.
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También se efectúan patrullas aéreas para detectar la ubicación de las ballenas y avisar a los buques del área, tanto militares como civiles, de su presencia y evitar así una posible colisión con los animales.
El periodista de National Interest Kyle Mizokami destaca que las nuevas restricciones vienen en medio de un entrenamiento de lucha antisubmarina que se intensificó en vista del resurgimiento de las Armadas de China y Rusia. De hecho, la amenaza se percibe hasta tal punto de que se hizo resucitar a la Segunda Flota de la era de la Guerra Fría.
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