La ambiciosa startup espacial Lunar Outpost nació en 2017 con la ayuda de un grupo de exingenieros de la NASA y un equipo de estudiantes de postgrado de la Universidad de Colorado, uno de los principales socios de la agencia aeroespacial. A diferencia de otros dos proyectos similares, Planetary Resources y Deep Space Industries, Lunar Outpost propone centrar los esfuerzos de minería espacial no en los asteroides, cuyo transporte a la Tierra resultó ser una empresa bastante problemática, sino en el cuerpo celeste más cercano a nosotros, la Luna.
"En el pasado, los astromóviles lunares y marcianos eran muy costosos y, de facto, máquinas únicas, cada una de las cuales era manejada por un enorme equipo de ingenieros y científicos. Nosotros planeamos enviar a la Luna todo un 'enjambre' de rovers topógrafos, cuyo trabajo podrá ser controlado por un solo operador gracias a un avanzado sistema de inteligencia artificial", explica el ingeniero principal del proyecto, Andrew Gemer.
Cada astromóvil pesa tan solo 10 kilogramos. La mitad de ese peso le corresponde a los instrumentos de perforación, un espectrómetro de masa, radares de radio y láser necesarios para la navegación, así como un conjunto de cámaras convencionales, infrarrojas y de definición ultra alta.
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Si bien Gemer y su equipo no están listos para mencionar la fecha exacta del lanzamiento de su primer Prospector, esperan poder definirla el próximo año.