Los resultados de esta investigación revelaron que la mayor empresa refinadora de petróleo de EEUU, Marathon Petroleum, podría estar detrás de esta campaña.
Esta empresa se alió con poderosos grupos de la industria petrolera y la red de políticos conservadores financiada por el millonario Charles G. Koch, para lanzar una campaña en el Congreso y en Facebook que buscaba hacer retroceder las normas de emisión de gases en EEUU, destaca la periodista Hiroko Tabuchi en su artículo para el periódico estadounidense.
"El principal argumento que utilizó en su campaña fue el hecho de que EEUU estaba inundado de petróleo y ya no necesitaba preocuparse acerca de la conservación de la energía", escribe Tabuchi.
Según la periodista, la industria petrolera de EEUU tenía razones para exigir la distensión de las normas de eficiencia de combustible que fueron propuestas por el expresidente Barack Obama.
"La cuarta parte del petróleo en el mundo se utiliza para alimentar autos y [la producción] de vehículos que 'tienen menos sed' significa ventas más bajas de gasolina", escribe la periodista.
La resolución presentada por ellos que data del 18 de septiembre describe las actuales normas de eficiencia de combustible como "una reliquia de la narrativa desmentida que trataba de la escasez de los recursos".
Asimismo, el documento reza que "los burócratas no elegidos" no deben dictar a los estadounidenses que autos deberían comprar.
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A su vez, la industria automóvil titubeaba un poco a la hora de tomar una postura respecto al problema, recalca el periodista Nick Cunningham en su artículo para el portal Oil Price.
"Inicialmente presionó a la Administración Trump para que aflojara las normas de ahorro de combustible, pero posteriormente entendió que el retroceso agresivo en este ámbito contribuiría a la aparición de una amalgama de regulaciones a nivel de los estados, liderados por California", escribe.
El periodista recuerda que en diciembre el jefe ejecutivo de Marathon, Gary Heminger, declaró en una reunión con los inversores que el aflojamiento de las normas de ahorro de combustible supondría el incremento de ventas de gasolina en 350.000 o 400.000 barriles diarios.
"Las empresas refinadoras de petróleo nunca van a mantenerse al margen y permitir que las regulaciones federales limiten sus ventas", concluye el autor.
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