El columnista Shawn Donnan constata que "el ataque de Trump contra la globalización tuvo una influencia paradójica en las corrientes comerciales del mundo".
"El almacén y los centros de distribución del sur de California están llenos. (…) Enfrentamos unos problemas logísticos en los puertos de San Pedro, ya que hay mucha carga aquí", contó el portavoz del puerto de Long Beach, Phillip Sanfield, citado por Bloomberg.
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Fue en 2017 cuando el puerto albergó una cantidad récord de contenedores marítimos —9,3 millones—. En 2018, aumentó su tráfico en un 7,3% y alcanzó otra cifra sin precedentes de 7,5 millones de contenedores.
Los pronósticos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) tampoco se han hecho realidad en 2018. Así, los expertos preveían un crecimiento comercial global del 0,8%, pero este acaba de alcanzar un nivel del 1,8%.
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En general, la guerra comercial de Trump contribuyó a reducir las exportaciones estadounidenses a China y no las importaciones desde el país asiático, concluye Donnan.
Cabe resaltar que el mencionado tráfico del puerto de Long Beach incluye también una gran cantidad de contenedores vacíos que vuelven a China. Durante noviembre, más de 186.000 contenedores vacíos se dirigieron a los puertos chinos.
Por muy intenso que sea ahora el comercio, los expertos no descartan que en 2019 la situación pueda cambiar. Es una incertidumbre qué giro va a tomar la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Fue el 1 de diciembre —en la cumbre del G20 en Buenos Aires— cuando los líderes de ambos países trataron el asunto. En ese momento, Washington aplazó el aumento de los aranceles hasta el 1 de marzo. De prolongarse la moratoria —y la incertidumbre— las importaciones de China podrían aumentar aún más.