"El problema de los evangelistas es el fanatismo irreflexivo, similar al fundamentalismo islámico actual; las consecuencias son el atraso y la violación de derechos humanos", dijo a esta agencia Ricardo Canese, miembro del Parlasur (Parlamento del Mercosur) por el Frente Guasú (izquierda) de Paraguay.
Además, subrayó que esos sectores "representan los mismos grupos que concentran el capital, como latifundistas, agroexportadores y especuladores financieros e inmobiliarios".
"La población debe darse cuenta de lo que está ocurriendo, no podemos prestarnos a ser cómplices de los engaños que hace este sector a la población con tal de proteger sus intereses económicos; pretenden disfrazarse de cristianos para seguir sometiéndolos en la pobreza y marginación", afirmó.
"Ridículo"
Mientras, el diputado uruguayo por el Partido Nacional (conservador) y pastor de la Iglesia Misión Vida, Álvaro Dastugue, sostuvo que la crítica de la izquierda latinoamericana al impulso que han tenido las iglesias y su representantes en la política es "fascista y ridícula".
"Considero bastante ridículo algunas declaraciones que hace la izquierda y creo que son fascistas (…), ya que parece que para la izquierda algunos ciudadanos son de primera categoría y otros son de segunda", afirmó.
El diputado criticó que, "si un evangélico hace política está mal, pero si un católico lo hace, está perfecto".
El mandatario guatemalteco Jimmy Morales es evangélico, y en Brasil el apoyo del sector neopentecostal fue clave en el triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Dastugue auguró que el voto evangélico también será "clave para las próximas elecciones" en Uruguay, previstas para octubre, así como para los próximos 10 años.
"No me cabe la menor duda de que el pueblo evangélico se ha despertado; de aquí en más todos vamos a tener en todos los países una militancia importante y seremos un factor de decisión; para ser claros, en EEUU los evangélicos votaron a (Donald) Trump, en Chile votaron a Sebastián Piñera, en Paraguay votaron a Mario Abdo Benítez y en Brasil a Bolsonaro", agregó.
El pastor consideró que la clásica visión de que la política debe estar separada de la religión es errónea, ya que las acciones de las personas están basadas en sus creencias.
Dastugue también afirmó que el avance evangélico puede frenar la agenda de derechos impulsada por gobiernos progresistas en los últimos años en la región, a la que criticó.
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En América Latina, 19% de la población se autodefine como evangélica, según la última evaluación de 2014 del Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington.