"Mientras la Iglesia viva no puede existir ningún punto de no retorno, ni existirá, estoy seguro", dijo al responder a la pregunta de si ese punto ha quedado atrás por el proceder del Patriarcado de Constantinopla en Ucrania.
"Lo que está pasando es el juicio de Dios sobre todos nosotros, en primer lugar sobre quienes provocan esas crisis", indicó agregando que no se pueden provocar escisiones, predicando una cosa y haciendo otra.
También señaló que no pierde la esperanza de visitar algún día Ucrania, porque "la coyuntura política es perecedera".
"Hoy se tienen unas fuerzas políticas, mañana otras, por eso espero poder elevar oraciones algún día en la Laura de Kiev y Pechora [Monasterio de Cuevas de Kiev], reunirme con los creyentes y los obispos de la Iglesia Ucraniana, con cuantos están defendiendo heroicamente la fe ortodoxa canónica", dijo.
Kiril recordó las palabras del apóstol San Pablo, que en su epístola a los tesalonicenses les instó a atenerse firmemente a la fe que predica la Iglesia y resistir ante cualquier tentación.
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La unidad religiosa y cultural de los rusos y los ucranianos es mucho más fuerte que los coyunturales esquemas políticos, nadie logrará romperla, afirmó Kiril.
"Pertenecemos a una misma civilización, tenemos una unidad cultural y religiosa que hunde sus raíces en nuestra historia y es mucho más fuerte que cualquier convencionalismo político, que surge hoy pero desaparecerá mañana", indicó.
Además, aseveró que la Iglesia Ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú es una Iglesia autogestionada que forma parte de la Iglesia Ortodoxa rusa.
El 15 de diciembre de 2018, a iniciativa del presidente ucraniano, Petró Poroshenko, y el patriarca de Constantinopla, Bartolomé, se celebró en Kiev el llamado Concilio de Unificación, al que asistieron en su mayoría representantes de organizaciones eclesiásticas no canónicas, y que eligió al metropolitano Epifani como primado de la nueva y no canónica Iglesia autocéfala ucraniana.
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La Iglesia Ortodoxa rusa calificó de nula la importancia canónica de ese concilio y considera poco probable el reconocimiento de Epifani en el mundo ortodoxo.
El documento contiene además otras restricciones que hacen la nueva estructura religiosa dependiente de Constantinopla.
La Iglesia Ortodoxa rusa calificó el día de la firma del tomos como una fecha trágica para la ortodoxia mundial.
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