Por el contrario, en rubros como el armamentístico o el de la producción de neumáticos, entre tantos otros, Irán era totalmente dependiente de Estados Unidos. La situación de la mayoría de la población se había vuelto insoportable, convirtiéndose en germen de cultivo para el éxito revolucionario.
"Supuso un cambio de equilibrios en Oriente Medio donde los norteamericanos perdían el control de una de sus piezas claves. Al Sha de Persia lo tenían ahí como un títere", resumió a Sputnik el analista internacional Francisco José Saavedra, en alusión a Mohamad Reza Pahlavi, segundo y último Sha de Persia, que había gobernado desde 1941 con mano de hierro.
Saavedra recordó que Estados Unidos intentó recuperar el control en 1980 cuando obligó a su entonces aliado, el presidente de Irak Sadam Hussein, a iniciar una guerra contra su vecino. Los combates duraron ocho años sin que eso afectara el apoyo a la revolución, que para entonces no había logrado gobernar en condiciones normales y, además, se enfrentaba ahora con un país arrasado.
El milenario país es hoy una de las tres potencias regionales, ganando terreno progresivamente y compitiendo mano a mano con Turquía y Arabia Saudí. Esto fue posible también, entre otras razones, porque "ha conseguido grandes alianzas por ejemplo con Rusia, China e India", apuntó Saavedra.
Este sentido resaltó que "en los últimos 10 años Irán avanzó mucho y ha conseguido algo que es muy importante: hacerse un hueco entre la potencias o los países que están siendo mejor visto en el mundo. Las políticas de demonizar a Irán no han servido porque lo iraníes nos han demostrado en la guerra contra el Estado Islámico" el compromiso asumido para terminar con el terrorismo.
"A nivel internacional el país ha conseguido el beneplácito quizá no de países pero sí de la opinión pública, que hace algunos años hablaba de Irán como el diablo, pero ahora piensa a lo mejor no eran tan malos como nos habían contado", concluyó Saavedra.
