Se trata de un episodio en el que nuestra mente se desconecta de la actividad de conducción que estamos llevando a cabo y en unos segundos, vuelve reaccionar a los estímulos externos sin poder recordar qué ha sucedido exactamente durante ese tiempo.
Según el diario Clarín, esto sucede sobre todo en trayectos nocturnos con poco tránsito, y con un trazado muy rectilíneo y paisajes homogéneos.
En la rutina del recorrido también puede influir el cansancio, un riesgo que incrementa las posibilidades de la hipnosis. Durante este tiempo se ralentiza la actividad cerebral, de modo que la mente entiende las acciones de forma automatizada, como el piloto automático de un avión.
El fenómeno también se conoce como fiebre de la línea blanca, debido a que es habitual que se produzca cuando se concentra la mirada en las líneas blancas de la ruta, sobre todo en la noche.
Este tipo de hipnosis fue descubierta hace más de medio siglo y en su momento sirvió para explicar algunos accidentes automovilísticos incomprensibles.
Los expertos recomiendan siempre descansar antes de ponerse al volante bien descansados durante horas, una medida que aplican los conductores de las líneas de autobuses, además de circular sin fijar la vista en un punto.
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