A Varthaman le privaban de sueño, no le dejaban respirar e incluso le golpeaban, dijo la fuente que pidió el anonimato.
Las relaciones entre Islamabad y Nueva Delhi se agravaron después de que un terrorista suicida atacara el 14 de febrero un convoy policial en Pulwama, en el estado indio de Jammu y Cachemira, causando más de 40 muertos y decenas de heridos.
El atentado fue reivindicado por el grupo terrorista Jaish-e-Mohammed (JeM) cuyo jefe, Masood Azhar, se encuentra en Pakistán, según confirmó en una entrevista reciente con la CNN el canciller pakistaní.
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El 26 de febrero, la India bombardeó desde el aire las supuestas bases de JeM en territorio pakistaní, entre ellas un campo de entrenamiento en Balakot, matando supuestamente a un gran número de yihadistas, de 200 a 350, según diversos medios indios.
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Nueva Delhi precisó que era una "acción no militar preventiva" y "absolutamente necesaria" debido a la información de que el grupo estaba tramando más ataques.
El enfrentamiento aéreo, el primero desde la guerra indo-pakistaní de 1971, derivó en el derribo de un MiG-21 de la Fuerza Aérea India cuyo piloto fue capturado por los pakistaníes.
También Nueva Delhi afirma haber abatido un F-16 pakistaní el miércoles, pero Islamabad niega haber utilizado estos aviones de combate en el ataque.
El 1 de marzo, Pakistán entregó al piloto cautivo a la India en "un gesto de paz" dirigido a distender la situación.