La principal teoría publicada en un estudio en la revista académica Journal of Geophysical Research Science por un grupo de investigadores de EEUU y Australia es que el extraño color de estos bloques de hielo se explica por el óxido de hierro que transportan desde el continente blanco.
El autor principal del estudio, Stephen Warren de la Universidad de Washington, señala que los icebergs verdes son mucho más que una "curiosidad exótica" como se creía hasta el momento: "Pueden enviar hierro al océano y entregarlo al fitoplancton para que lo use como nutriente".
Al analizar varias muestras durante la década de 1980, Warren y sus colegas se dieron cuenta rápidamente de que estas estructuras congeladas no eran desprendimientos de un glaciar como la mayoría de los icebergs. En cambio, parecía que estaban formadas por hielo marino, el agua del océano congelado que se adhiere a la parte inferior de una plataforma de hielo antártico.
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Es por este motivo que la primera teoría para intentar explicar el tono verdoso fue la injerencia de restos descompuestos de plantas y animales marinos que flotan en el agua. Esta materia orgánica sería de color amarillo y si de alguna manera quedara atrapada en el hielo azul, posiblemente se volvería verde.
En 2016, un equipo de oceanógrafos dirigido por Laura Herraiz-Borreguero de la Universidad de Copenhague había analizado una muestra tomada de la barrera de hielo Amery en 1968. En la parte inferior, encontraron hielo marino con casi 500 veces más hierro que el existente en el hielo de la parte superior.
El óxido de hierro tiende a tener un tono terroso y se encuentra en las rocas del continente de la Antártida. A medida que los glaciares fluyen sobre el lecho de roca, frecuentemente muelen estas rocas hasta obtener un polvo fino que luego puede ayudarlos a abrirse camino en el mar.
Ahora, Warren y sus colegas creen que este polvo de óxido de hierro se queda atrapado debajo de la plataforma y se incorpora al hielo marino. Plantean que esto es lo que causa el impresionante color esmeralda y proponen una serie de pruebas en núcleos de icebergs para confirmar la hipótesis.