El columnista del medio The Drive, Tyler Rogoway, destacó algunos de los puntos más 'escandalosos' del proyecto para reemplazar al Air Force One. Entre ellos está el hecho de que en realidad son aviones de segunda mano, tienen un precio desorbitado y además tienen una funcionalidad limitada.
Un precio inimaginable
De acuerdo con Rogoway, este programa acaparó mucha atención después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, haya prometido que el nuevo contrato con Boeing ahorraría mucho dinero.
Tomando en cuenta todos los gastos adicionales que harán falta para el nuevo 747 presidencial, el precio se eleva a la gigantesca suma de 5.300 millones de dólares.
Por ejemplo, el 747-8 es un poco más grande que su antecesor, razón por la cual los dos aviones no podrán caber en el hangar especial que fue construido para los Air Force One en la base aérea de Andrews. De tal modo, hará falta construir uno nuevo.
Tampoco queda claro el porqué del elevado precio de conversión de las aeronaves civiles en las presidenciales. Al fin y al cabo, los 747-8 heredarán muchos de los sistemas especiales instalados en los 747-200 actuales en lugar de crearlos 'de cero', destaca el columnista.
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Para poner en perspectiva el desorbitado coste del programa, Rogoway señala que los nuevos Air Force One cuestan aproximadamente como el portaviones insignia de EEUU, de la clase Nimitz, o dos submarinos nucleares de la clase Virginia.
De hecho, serán las aeronaves más caras jamás construidas, puesto que incluso con las estimaciones más bajas costarán más que los bombarderos furtivos B-2 Spirit.
Aviones de segunda mano para el presidente
Otro aspecto que deja incrédulo al columnista del medio es el hecho de que ni siquiera se trata de unas aeronaves nuevas que serán construidas específicamente para el presidente de EEUU.
Uno de los principales problemas es que al ser construidas inicialmente para una aerolínea civil, hay determinadas limitaciones en las modificaciones que se pueden realizar en ellas.
Como ejemplo destacado, Rogoway presenta la imposibilidad de instalar un sistema de repostaje en el aire, lo cual limita considerablemente las capacidades del avión, que ahora tendrá que aterrizar, mientras que los Air Force One actuales pueden volar cuanto haga falta.
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Sin embargo, esta no es la única limitación de los nuevos aviones presidenciales de EEUU: para reducir los costes, también fueron eliminados muchos otros sistemas, explica el columnista.
Además de ello, los nuevos Air Force One serán entregados después de que finalice la producción de todos los Boeing 747-8. Ello significa que habrá que mantener a un equipo técnico únicamente para estas dos aeronaves, lo cual acarreará más gastos aún.