A Gabriela, o Gabby, todas las premamás y mamás interesadas en el parto humanizado en Venezuela la conocen. Es la referente más importante en esta materia del Hospital Materno Infantil Hugo Chávez, el único que hasta el momento ha implantado el Plan Nacional de Parto Humanizado que impulsó el Gobierno de Nicolás Maduro en Julio de 2017.

Este hito convirtió a Venezuela en el único país de América Latina que impulsa el respeto al parto sin artificios en todas sus etapas dentro del sistema público de salud. Suena bien, ¿no? Sobre todo cuando la mujer, y el hombre, interiorizan esa premisa contundente con la que comienza este relato.
"El parto humanizado es hacer a la pareja, mamá y papá, protagonista del parto de su bebé en todas sus fases: antes, durante y después del nacimiento, incluyendo periodos como el de la lactancia materna con todos los falsos mitos que hay en torno a ella, por ejemplo", dice Gabby a las puertas de la sala del Maternal.
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La esperan siete preñadas que asisten, como cada miércoles, a sus clases de parto humanizado. "La pareja es la protagonista del parto y del nacimiento. Tiene que saber cuáles son sus derechos o qué es la violencia obstétrica que en Venezuela sufrimos desde hace muchos años", continúa.

"En definitiva se trata de conseguir que el embarazo y todo lo que viene después sea más armónico, más respetuoso y más amoroso, porque si queremos cambiar esta sociedad llena de violencia tenemos que empezar por cambiar la manera en la que nacemos", sentencia.
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La violencia obstétrica son muchas cosas, y está contemplada en el artículo 15 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el paso previo al Plan de Parto Humanizado.
En criollo, la violencia obstétrica es la mercantilización absoluta de una barriga. En Venezuela es, o era, lo habitual porque en general, los médicos recomiendan cesárea a las futuras mamás. ¿Por qué? Hay dos motivos principales según Gabriela.
"El dinero y el miedo al parto". Una cesárea se cobra más cara que un parto "natural" a través de la vagina. Puede llegar a costar entre 3.000 y 5.000 dólares dependiendo de la clínica privada. Otro motivo es la comodidad del médico. Planear una cesárea un día concreto y a una hora determinada permite al obstetra poder realizar varias cesáreas en una misma jornada.
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Eso es orden y dinero. De la otra manera, respetando los tiempos de parto de cada mujer, el doctor puede llegar a 'perder' horas de su día esperando la decisión de la criatura de salir (o no) al mundo exterior.

El tema del miedo es otra cosa. Son las historias que todas las mujeres embarazadas han oído de sus amigas, primas, abuelas o de María, la vecina de Puri, la que vive donde Miguel. Que si duele mucho, que si duele aquello, que si mejor cesárea que no te enteras y listo. Pa'casa.
Decidir sobre cómo se quiere parir, acompañada por quién y dónde es el objetivo de este plan y de todas las mujeres que cada miércoles se reúnen en el Maternal Infantil Hugo Chávez, ubicado en Parroquia de El Valle, una de las zonas más populares de Caracas.
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Este hospital fue noticia en abril de 2017, apenas tres meses antes de que comenzara su andadura con el Plan, porque fue gravemente atacado durante las denominadas guarimbas por un grupo de encapuchados que lo prendieron fuego, provocando un incendio de dimensiones considerables. 54 bebés tuvieron que ser evacuados in extremis y todavía sus paredes ennegrecidas recuerdan aquellos momentos de terror.

Marly Sierra, de 35 años, está embarazada de seis meses y espera su primera hija. Asiste a la clase de prenatal con Gabby. Pelo alborotado, colchoneta rosa en la mano, botella de agua en la otra mano.
"Vengo a este taller porque no solo te prepara para las cosas básicas de la gestación como aprender a respirar, a caminar, a moverte… También te prepara para que el cuerpo pueda finalizar el proceso de manera natural y exitosa", dice.
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En la clase, las chicas hablan de sus experiencias particulares. Hoy hay dos papás acompañando a dos muchachas que no pasan de los 25 años. Que los hombres puedan participar de estos talleres y del proceso es parte del Plan y uno de sus logros.

Hasta el momento, no estaba permitida la entrada de varones en centros como este. Que el padre participe del proceso le responsabiliza de un momento único del que es también protagonista y parte activa, dejando atrás los roles machistas donde predomina la idea de que los nueve meses de barriga son cosa de la mujer.
Al final de la clase hablan de cosas más prácticas como dónde van a parir, y se dan consejos mutuos buscando el mejor beneficio económico. Dar a luz en Venezuela en un hospital público no es una buena opción. La crisis del país, la falta de insumos médicos y de personal preparado debido a la migración de equipos técnicos capacitados, ha provocado que la mayoría de las futuras mamás busque la opción privada para el momento del parto.
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Sin embargo, sus altos precios (nunca menos de 2.000 dólares) hacen que tengan que buscar otras alternativas como centros religiosos subsidiados o resignarse con la opción pública buscando de antemano todo lo necesario para llevarlo consigo en el momento de dar a luz y rezar para que todo salga bien.

Unas 500.000 mujeres se inscriben cada año en al Plan Nacional de Parto Humanizado según datos del Ministerio de la Mujer. El plan tiene, además, más de 10.000 promotoras que acompañan el proceso en los barrios y en las comunidades.
Las promotoras no son doulas, pero hacen las funciones de acompañamiento como si lo fueran. Podría decirse que una promotora es una aprendiz de doula, para llegar a los rincones donde no llegan, por una cuestión de tiempo y lógica, las acompañantes formadas en todos sus ámbitos.
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Tamara tiene 57 años y también es doula. Cuenta que es una palabra que tiene origen griego y que significa "servicio". De hecho, en la Grecia Antigua, se utilizaba el término para llamar a las esclavas o sirvientas. Pero esa connotación negativa se pierde por el camino de la historia reciente y hoy por hoy se entiende el servicio de una doula como el de una acompañante emocional.
"No somos personal de salud", sostiene Tamara. "Nos dedicamos a la salud emocional, a que la mujer sepa qué está pasando con su cuerpo, con sus hormonas, que sepa que es un proceso fisiológico, que no es una enfermedad; y tiene que saber que para parir tiene que prepararse, aprender a respirar, a comer, a moverse… Todo eso es el trabajo de parto y si una mujer tiene toda esa información sabrá mejor qué es lo que tiene que hacer cuando llegue el día".

En la casa de Tamara, ubicada en la zona rural de El Hatillo, como a 50 minutos del centro de Caracas, acuden las prenatales cada quince días para reunirse con ella, y sus paredes han sido testigo de cinco partos naturales. El parto humanizado pretende llegar hasta el final respetando los tiempos de cada mujer. 4, 8, 12 o hasta 24 horas de parto.
No hay un manual para saber cuándo se debe parir. Tamara explica que no se usa anestesia epidural ni medicamentos para fomentar la dilatación. Las doulas promueven todo eso a través de masajes en la espalda y respiración. El respeto es el centro de todo.
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"Las barrigonas que han parido aquí han caminado por toda la casa como han querido. Libremente. Es un error pensar que para dar a luz hay que estar tumbada con las piernas en alto. Esa postura duele muchísimo y no favorece la salida del bebé", comenta.
"Por supuesto, siempre tenemos y exigimos un plan B", señala Tamara. "Para que en caso de complicación o imprevisto haya un carro y un lugar al que acudir donde la mamá pueda ser atendida. Yo creo en las maravillas de la ciencia y en todo lo que nos ha dado para evolucionar. Solo hay que saber complementarla con el respeto a nuestro cuerpo".
Es fácil imaginarse a Elisabeth Moss en su magistral papel de June en 'El Cuento de la Criada' (The Handmaid's Tale), dentro de la casa de Tamara, en uno de aquellos frenéticos últimos capítulos de la segunda temporada, cuando su personaje da a luz completamente sola a su segunda hija en una casa de ensueño rodeada por lobos hambrientos.

Lo consigue magistralmente y con final feliz, con aquella mirada felina que aguanta los primeros planos como nadie. En El Valle, Caracas, el tópico sobre la sabiduría de la naturaleza, ha dejado de ser ciencia ficción.