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Semana Santa en Venezuela: ¿por qué se visten de morado?

© Sputnik / Esther Yáñez IllescasCelebración de la Semana Santa en Venezuela
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El Nazareno, de vestimenta morada, congrega cada año a unas 15 mil personas que desde primera hora de la mañana hacen cola para entrar en alguna de las misas que oficia la Basílica desde temprano. La tradición tiene más de 400 años y se trata de uno de los días más importantes de la Semana Santa venezolana.

A cada hora en punto hay una misa por el Nazareno de San Pablo en la Basílica de Santa Teresa de Caracas. Es Miércoles Santo y los alrededores de la plaza Diego Ybarra están llenos de policía, de devotos vestidos de morado y de merchandising religioso caribeño. La Virgen de la Divina Pastora, la Virgen de Coromoto, la Virgen de Chiquinquirá. Postales de papel cartón a 500 bolívares (menos de diez céntimos de dólar) el milagro. Según datos del Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington, en Venezuela hay 25 millones de fieles católicos. Hoy (17 de abril) es uno de sus grandes días de fe.

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Celebración de la Semana Santa en Venezuela
La talla del monumento que representa a Cristo cargando la cruz se atribuye al escultor Felipe de Ribas y dicen que fue tallada en Sevilla, España, en madera de pino de Flandes, aunque de eso no hay documentos fiables. Tampoco los hay de la historia que rodea la épica del Nazareno y que a varias cuadras de la puerta de la Basílica, María Elena le cuenta a su hija Victoria. Corría el siglo XVI en Caracas, también era Miércoles Santo y una epidemia de escorbuto estaba matando a la población. El "vómito negro" la llamaban.

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Desesperados, los fieles decidieron sacar al Nazareno de San Pablo en procesión para pedirle que terminase con la enfermedad, y durante el recorrido la imagen chocó con un limonero. Del árbol, al chocar, cayeron unos frutos de los que se obtuvo una bebida milagrosa que terminó para siempre con aquella peste y sanó a los desahuciados. Se hizo el milagro y desde entonces, cientos de personas llegan cada año hasta aquí para pedir imposibles o para cumplir sus promesas al Santo que en algún momento les concedió la magia. El que puede, además, se viste de morado para hacer honor al monumento.

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María Elena le pidió quedarse embarazada. Cinco años después de la petición constante llegó Victoria. "Tardó un poco por culpa de mi marido, que no estaba bien", cuenta.

"Pero ya sabes cómo son los hombres, que nunca quieren reconocer que tienen la culpa, y más con estas cosas. Pero después fuimos al médico y le dijeron que tenía que seguir un tratamiento y por fin me quedé embarazada. Desde entonces vengo cada año a darle las gracias al Nazareno de San Pablo".

Su marido o el papá de Victoria no está con ellas, que sí cargan el tradicional atuendo morado. Han venido con sus vecinas del barrio de El Paraíso, al suroeste de la capital. Es mediodía y llevan cinco horas en la cola. No saben si llegarán para la misa de las tres de la tarde, la que da el Nuncio Apostólico de Venezuela, Aldo Giordano, habitual de las homilías político-religiosas. Como casi todo en el país.

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Un par de cuadras más arriba, un poco más cerca de la puerta principal de la Basílica, custodiada por decenas de Policías Nacionales y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana están Helena y su hermano Raúl. Son muy jóvenes. Tienen 18 y 15 años. Ella es morena, pelo rizado, aparato dental, pendientes de lata. Lleva un pantalón vaquero y una camiseta rosada oscura que pretende ser del color que manda la tradición de la jornada. Él si va completamente vestido para la ocasión. Túnica hasta los pies, cuerda en la cintura, rosario púrpura en el cuello. Son jóvenes y creyentes "todo el año", aseguran.

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A Raúl le tiraron por las escaleras cuando tenía cinco años y le partieron la pierna. "Fue a propósito", cuenta. "No sabían si podría recuperar mi pierna, poder caminar o si sería un lisiado el resto de mi vida". Tiene la mirada dura de cualquier joven caraqueño que ha crecido despierto en el club de la lucha diaria. Es más alto que su hermana y que la mayoría de las personas de la fila que le acompañan, y cuenta su historia con recelo. Es la precaución del barrio que mata Helena con verborrea.

"Yo pedí y pedí al Nazareno para que se curara. Los médicos decían que no sabían si podría volver a caminar, y era tan pequeño, y a mí me daba tanta pena… Pero al final se recuperó y desde entonces venimos todos los años. Fue un milagro y se cumplió porque yo se lo pedí".

Así que cada Miércoles Santo de madrugada se levantan, se visten, vienen hasta aquí, hacen la cola, esperan, rezan algún padrenuestro, van a misa, vuelven a rezar, participan de la procesión por las calles de Caracas, velan al Santo hasta que la tradición lo devuelve al interior de la Iglesia a reposar otro ciclo.

© Sputnik / Esther Yáñez IllescasCelebración de la Semana Santa en Venezuela
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Al otro lado del bulevar que rodea la Basílica están los comerciantes. También visten de morado, pero lo de ellos es cuestión de marketing.

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Magda está vendiendo inciensos con olor a Iglesia sobre una mesa improvisada a base de cajas CLAP de cartón (cajas de comida subsidiada por el Gobierno) pero habitualmente vende chupetas (caramelos) cerca de aquí o en los vagones del metro. Los inciensos rinden más en día de fe. "Hoy puedo sacarme como 80 mil bolívares [unos 20 dólares]", asegura. En apenas diez minutos, unas cinco personas le han preguntado por las propiedades del olíbano que tiene prendido para atraer a los clientes. Magda responde resabiada como si de una vendedora de impronta oriental se tratara. O como si proveniese de alguna de las civilizaciones mesoamericanas, pioneras en su uso como ofrenda a sus deidades o terapia para los males físicos o del espíritu. Vender es todo.

© Sputnik / Esther Yáñez IllescasComerciantes venden inciensos con olor a Iglesia
Comerciantes venden inciensos con olor a Iglesia - Sputnik Mundo
Comerciantes venden inciensos con olor a Iglesia
Las figuritas de madera o hierro del Nazareno u otros santos, las estampitas de los mismos  personajes o del Papa Francisco, rosarios de todos los colores, camisetas moradas con mensaje o la tradicional hoja de palma que los venezolanos portan para invocar la buena suerte después de haber sido bendecidas el Domingo de Ramos, completan la estampa del merchandising. Las hojas de palma también son habituales en esta época detrás de las puertas de las casas caraqueñas. Expulsan a los malos espíritus; algo parecido al racimo de ajos pero sin olor.

© Sputnik / Esther Yáñez IllescasFiguritas del Nazareno u otros santos
Figuritas del Nazareno u otros santos - Sputnik Mundo
Figuritas del Nazareno u otros santos
Apenas se puede caminar entre la multitud de devotos que continúan esperando su turno impasibles. Muchas calles están cortadas al tráfico y el asfalto requemado por el sol del verano caribeño comienza a pasar factura.

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Hay sombra bajo los soportales del bulevar donde se refugian algunos panaderos ambulantes y una muestra de sus dulces típicos adaptados al momento. Los feligreses no pueden comer carne estos días porque la carne es el cuerpo de Cristo muerto. Para compensar, comen pescado y postre. El típico es el arroz con leche, arroz con coco y el rey de reyes: el majarete; hecho a base de harina de maíz (la misma de las arepas), azúcar o papelón (un tipo de edulcorante natural típico del país), canela y coco. Pero hay competencia fuera de temporada y la calle se llena de vendedores con bandejas en la mano cargadas de chocolates, trufas y tortas de todos los sabores mientras que sus dueños las portan hábiles cantando sus precios. Sería un pecado resistirse y todavía quedan unas horas hasta el paseo del Nazareno.

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