Washington desembolsa uno de cada tres dólares de todo el dispendio mundial. Estamos hablando de más de medio billón de dólares, una barbaridad de dinero que equivale a toda la riqueza anual conjunta de Colombia y Chile.
"El incremento del gasto de EEUU se debió a la implementación desde 2017 de los nuevos programas de adquisición de armas de la Administración Trump", subrayó en el informe Aude Fleurant, directora del programa Armas y Gasto Militar del SIPRI.
No obstante, el gasto militar estadounidense en 2018 fue todavía un 19% inferior al de 2010.
En esta década que está concluyendo, el Gobierno federal norteamericano ha tenido dificultades para aprobar su presupuesto, sobre todo en el contexto de la reducción del déficit pero también en el marco de la feroz lucha bipartidista entre republicanos y demócratas por controlar las enormes cuentas del Estado. La llegada de Trump cambió todo eso.
El mensaje que lanza Trump al mundo es que se está preparando para ir a la guerra, invirtiendo decenas de miles de millones de dólares en la investigación de armas nucleares, en el diseño de nuevas cabezas de misiles, en la modernización de portaviones y submarinos balísticos, cuya aplicación práctica es difícil de ver en el escenario actual. Por no hablar de que es muy cuestionable suponer que Estados Unidos puede resolver los problemas políticos o humanitarios en todo el mundo usando la fuerza militar. Basta recordar el desastre que sobrevino a la invasión de Irak.
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"Esto no solo es despilfarrador, sino que también es peligroso: le dice a otros países que la carrera de armamentos nucleares ha vuelto a comenzar", dijo William Hartung, director del Proyecto de Armas y Seguridad en el Centro para la Política Internacional, citado por The Washington Post.
"Todo este dinero se está gastando al servicio de la idea de que podemos ir a cualquier parte y luchar en cualquier batalla, y la historia reciente muestra que eso no tiene mucho sentido ni nos hace más seguros", añadió.
Además, el inquilino de la Casa Blanca ha sido especialmente crítico con aquellos aliados de la OTAN, sobre todo Alemania, que no han cumplido la promesa de destinar el 2% de sus respectivos PIB a gasto militar. Paralelamente, Trump también ha propuesto recortar las partidas empleadas en diplomacia y ayuda al desarrollo en 13.000 millones de dólares, lo que representa un error anunciado pues, como apuntan analistas y militares, esa reducción propiciará el uso de la fuerza.
"Si no podemos emplear la herramienta diplomática, entonces la única opción que queda es la militar", opinó el general retirado Gene Renuart, quien dirigió el Comando Norte de las Fuerzas Armadas de EEUU.
Finalmente, la última bomba política fue su anuncio de que EEUU se retira del Tratado de Comercio de Armas (ATT, por sus siglas en inglés), que la Administración de Barack Obama firmó en septiembre de 2013 y que estaba pendiente de ser ratificado en el Senado. El ATT es el primer acuerdo legalmente vinculante que regula el mercado de armas convencionales. Fue adoptado por la Asamblea General de la ONU en abril de 2013 y entró en vigor en diciembre de 2014. El documento no fue suscrito por varios países como Rusia, China y la India.
El informe del SIPRI muestra otros detalles muy reveladores. Por ejemplo, China ocupa la segunda posición, con 250.000 millones de dólares. Pekín lleva 24 años consecutivos aumentando su gasto militar gracias a su buen músculo económico pero también a las crecientes tensiones territoriales que se concentran en Asia y particularmente en la región del mar de la China Meridional, donde se enfrenta a la hegemonía de Estados Unidos y sus dos principales aliados, Japón y Corea del Sur.
Varios países del centro y del este de Europa, como Ucrania, Lituania, Letonia o Rumanía, han aumentado su gasto militar con porcentajes hasta de dos dígitos. Este fuerte incremento se debió "principalmente a la creciente percepción de amenaza de Rusia", afirmó Pieter Wezeman, otro investigador sénior del SIPRI.

"Esto a pesar del hecho que el gasto militar de Rusia ha caído en los últimos dos años", añadió. Efectivamente, el gasto ruso fue de 61.400 millones de dólares en 2018 y se redujo un 3,5% en comparación a 2017.
Con respecto a Latinoamérica, el Estado que más desembolsa por este concepto es Brasil, con 27.800 millones de dólares.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK