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Putin reitera su llamamiento a dejar de lado las divergencias y unirse ante las amenazas globales

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Una inmensa alegría y un inmenso dolor. Son emociones encontradas que desbordan al pueblo ruso en la principal fiesta nacional, el Día de la Victoria. Se celebra en el país euroasiático el 9 de mayo y constituye una fecha de reflexión sobre el enorme precio pagado por la Unión Soviética y sus aliados para la derrota de la Alemania nazi.

De hecho, el acto central de las celebraciones del Día de la Victoria, el tradicional desfile militar en el mismo corazón de Moscú, comienza siempre con un minuto de silencio. Sirve para recordar a los alrededor de 27 millones de ciudadanos soviéticos que perecieron en aquellos tiempos duros. Son soldados caídos en los campos de batalla o en cautiverio, además de víctimas civiles, entre ellas un sinnúmero de mujeres y niños.

A las 2:10 del 9 de mayo de 1945, el locutor soviético Yuri Levitan leyó el Acta de Entrega Militar de la Alemania Nazi y el Decreto del Presídium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética anunciando el 9 de mayo como el Día de la Victoria. En la foto: una controladora de tráfico en las calles de Berlín. - Sputnik Mundo
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Se desconoce todavía cuántas vidas exactamente cosechó el bloqueo de Leningrado, el asedio más feroz que la historia ha conocido. Duró casi 900 días, entre 1941 y 1944, y provocó la muerte, principalmente de hambre, de al menos 630.000 de sus habitantes, una cifra que supera las bajas sufridas por el Reino Unido y EEUU durante todo el conflicto. Fue tan solo un episodio de lo que significó la Segunda Guerra Mundial para Rusia, país que lo tiene muy presente en su memoria y quiere evitar a toda costa que el mundo vuelva a sumergirse en un auténtico baño de sangre.

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Al inaugurar el desfile militar en la Plaza Roja, Vladímir Putin subrayó que el Día de la Victoria representa para el pueblo ruso un motivo de "orgullo" y, a la vez, de "dolor", además de "un agradecimiento infinito" a quienes "derrotaron al fascismo".

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"La historia de nuestro país está llena de hazañas, pero la victoria sobre el fascismo ocupa un lugar especial. Fue un castigo a los nazis por todas sus barbaridades, por creerse una raza superior y por desatar una terrible guerra. Muchos países se rindieron ante esa fuerza desbocada. La impunidad de los nazis les cubría los ojos y pensaban que podían en cuestión de unas semanas aplastar a la Unión Soviética, la Rusia milenaria. Pero se fracasaron", enfatizó.
El mandatario ruso repudió el que en algunos países se tergiverse la verdad histórica, llegándose a los extremos de dar por héroes a quienes, "olvidando su honor y dignidad humana, colaboraban con los nazis".

Asimismo, Vladímir Putin llamó a no olvidar las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, las cuales tienen mucha "actualidad". Dijo en este contexto que Rusia "ha hecho y seguirá haciendo todo lo necesario" para asegurar una alta capacidad combativa de sus Fuerzas Armadas y para que el potencial defensivo del país sea del más alto nivel.

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Además, reiteró la disposición de Moscú de cooperar con "todos aquellos que realmente están dispuestos a hacer frente al terrorismo, neonazismo y extremismo".

"Una resistencia colectiva a los portadores de las ideas mortíferas vuelve a obtener la importancia primordial. Llamamos a todos los países a tomar conciencia de que tenemos la responsabilidad común de crear un sistema de seguridad eficaz e igual para todos", señaló.

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Tradicionalmente, el Día de la Victoria sirve para exhibir lo mejor de la industria militar rusa. Además de desfilar por la Plaza Roja 13.000 efectivos, pasaron por la misma 132 unidades de equipo militar. Encabezó la columna el legendario tanque soviético T-34, uno de los símbolos inalienables de la victoria sobre la Alemania nazi. Contrastó mucho con los ultramodernos tanques rusos de última generación Armata que participaron en el desfile, donde se mostraron también avanzados vehículos y carros blindados, cañones autopropulsados o unidades del sistema antiaéreo S-400, considerado el mejor del mundo. Se pudo ver, asimismo, todo tipo de misiles, incluyendo las intercontinentales Yars.

El desfile militar del Día de la Victoria en Moscú suele agitar a la prensa dominante, llegándose a acusar a Rusia de blandir sus armas y hasta amenazar a Occidente. Previéndolo, Vladímir Putin subrayó en su discurso que el único objetivo de esa tradición es rendir homenaje a los soldados vencedores de la Segunda Guerra Mundial.

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Quienes afirman lo contrario "confunden y engañan a los pueblos", dijo a Radio Sputnik, el académico nicaragüense Manuel Espinoza, al subrayar que las armas rusas sirven exclusivamente "para mantener la paz" y para "impedirles a los guerreristas lanzarse en aventuras".

"Me parece que hoy día Rusia está desempeñando el mismo papel defensor, liberador de esas agresiones imperialistas que suceden ahora en nuestro siglo. Y por eso nosotros tomamos como propia la fiesta del 9 de mayo del Día de la Victoria, porque estamos seguros de que con Rusia la paz está asegurada siempre", señaló.

El desfile en la Plaza Roja lo presenció la brasileña Laís Oliveira, corresponsal de Sputnik, quien testimonió un ambiente que no tiene nada que ver con el militarismo, tratándose de una fiesta "muy familiar" donde se recuerda a todos quienes contribuyeron a la victoria.

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Dice una famosa canción soviética de guerra que en Rusia no hay una familia que no tenga a su héroe. La mejor muestra de ello es el llamado Regimiento Inmortal, una tradición nacida en 2012 en la ciudad siberiana de Tomsk que tuvo desde entonces un enorme alcance. Radica en que cada 9 de mayo millones de ciudadanos rusos salen a las principales plazas y calles de sus ciudades portando retratos de sus familiares que participaron en la Gran Guerra Patria.
El joven ruso Alexandr caminó por la Plaza Roja con una foto de su abuelo quien "participó en todas las etapas de la Gran Guerra Patria".

"Yo quiero a mi abuelo, es un héroe real", exclamó en un audiomensaje dirigido a Radio Sputnik.

Marcio Palacios Aragón hasta vino a Rusia desde Guatemala para participar en la marcha del Regimiento Inmortal en Moscú, un gesto dirigido a decir "no al fascismo, no a esa ideología de discriminación, de racismo, de exclusión, de exterminio y genocidio".

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La tradición del Regimiento Inmortal hace tiempo que traspasó las fronteras rusas, llegando a prácticamente todos los continentes. España no es la excepción, según el ciudadano de la nación ibérica Enrique Refoyo. Nos dijo que las marchas se realizan "principalmente en Madrid y en algunas poblaciones de la costa mediterránea como Alicante, Barcelona y Málaga". Participan en las mismas desde personas provenientes "de los antiguos países de la URSS" hasta los españoles contrarios a los intentos de hacer olvidar el papel protagónico de la Unión Soviética en la derrota del Tercer Reich.

Según el historiador español Daniel Trujillo Sanz, quienes tratan de restar la importancia del aporte ruso persiguen objetivos bien concretos.

"En el fondo el objetivo final sería revertir o modificar de manera artificial los resultados de la Segunda Guerra Mundial que condujeron al orden que se estableció en su momento", aseveró.

Agregó que "el aporte de la Unión Soviética es absolutamente primordial, es esencial", algo que "respaldan todos los datos, todos los hechos".
Los grandiosos fuegos artificiales a lo largo y ancho de la inmensa Rusia pusieron el punto final a los actos con la ocasión del Día de la Victoria, la principal fiesta nacional de un país que pagó un incalculable precio para acabar con el nacismo y que guarda las lecciones del pasado.

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