El telescopio Gamma-400 ayudará a investigar en detalle el centro de nuestra Galaxia, la constelación del Cisne, otros objetos del disco galáctico y detectar signos de materia oscura.
Para los astrofísicos, los rayos gamma son una fuente inestimable de información sobre los mundos distantes.
El problema es que la radiación gamma, como todas partículas espaciales excepto el neutrino, se absorbe completamente en la atmósfera de la Tierra y llega hasta la superficie en forma de diferentes rastros secundarios. Para observar los rayos gamma galácticos en su forma más pura, es necesario ir más allá de la atmósfera.
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Otra dificultad consiste en que las partículas de la radiación gamma son neutras así que el único modo de observarlas es hacerles interaccionar con alguna sustancia y medir la energía liberada y el rumbo de la llegada de los fotones.
El nuevo telescopio podrá observar la energía dentro de un intérvalo entre 20 megaelectronvoltios (MeV) y 400 gigaelectronvoltios (GeV) con una resolución angular de una centésima de grado. Para comparar, el rango del FERMI/LAT norteamericano es de 100 MeV a 100 GeV con una resolución angular de una décima de grado.
El telescopio empezará a funcionar en el 2025. Será instalado en la plataforma satelital 'Navegador' junto con otros telescopios y detectores. Será puesto en una órbita muy elíptica que va a cambiar su forma cada cierto tiempo –de redonda a alargada–, lo que le permitirá evitar la sombra de la Tierra y medir los rayos gamma cósmicos fuera de los cinturones de radiación del planeta.
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Entre las tareas principales de Gamma-400 está la observación de sistemas duales como dos agujeros negros. También son de interés los objetos que emiten radiación periódicamente.
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