El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en una declaración difundida el 3 de junio, señaló que Washington esperó durante décadas que la integración de China en el sistema internacional llevara a una sociedad más abierta y tolerante, pero esas esperanzas se vieron frustradas.
"Hoy, los ciudadanos chinos han sido sometidos a una nueva ola de abusos, especialmente en Xinjiang, donde los líderes del Partido Comunista están intentando metódicamente estrangular la cultura uigur y acabar con la fe islámica, incluso a través de la detención de más de un millón de miembros de la minoría musulmana", manifestó.
La Embajada de Estados Unidos en China expresó su "fuerte insatisfacción y firme rechazo" al comentario de Pompeo.
Entre centenares y miles de personas, según diversas estimaciones, murieron y resultaron heridas después de que las autoridades chinas enviaran carros de combate a la plaza Tiananmen el 4 de junio de 1989 para disolver a los manifestantes, en su mayoría, estudiantes, que llevaban varias semanas demandando una mayor apertura política.
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