Ahora puedes contribuir al ciclo de la vida convirtiéndote en tierra fértil

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Washington será el primer estado de EEUU en permitir que la gente muera de la manera más ecológica posible: convirtiéndose en tierra fértil. El estado aprobó la ley que lo permite en marzo y entrará en vigor en 2020. Detrás de la idea se encuentra Katrina Spade, la fundadora de la empresa de compost humano Recompose.

A Spade se le ocurrió la idea de convertir el paso que separa la vida de la muerte en una oportunidad para contribuir de una manera ecológica al mundo mientras estudiaba en la Universidad Estatal de Washington, donde descubrió que los agricultores tenían por costumbre aprovechar los cadáveres de su ganado para alimentar la tierra de sus cultivos.

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En 2014 se unió a Lynne Carpenter-Boggs, una profesora de agricultura orgánica y sostenible en la misma universidad, y la idea siguió madurando. A Sputnik, Carpenter-Boggs ha explicado que el proceso por el que un cuerpo humano pasa a convertirse en compost orgánico se lo denomina reducción orgánica natural. Lo define como la conversión acelerada y contenida de los restos humanos en tierra. Y es que para que el cadáver pueda servir de abono, primero tiene que descomponerse.

Para ello sus restos se depositan en un recipiente hexagonal y se añaden oxígeno y materiales vegetales, como alfalfa, paja y astillas de madera —dependiendo de la ubicación—, lo que acelera la descomposición. El proceso dura alrededor de 30 días. Una vez descompuesto, los familiares pueden conservar parte de la tierra.

La ley que ha aprobado el estado de Washington legaliza y convierte tanto la reducción orgánica natural como la hidrólisis alcalina en métodos permitidos para deponer restos humanos. La hidrólisis alcalina disuelve los tejidos corporales con una mezcla de hidróxido de potasio y agua a altas temperaturas. Dice Carpenter-Boggs que la idea de convertir el fallecimiento de una persona en algo útil para el planeta se está extendiendo.

"Existe un amplio movimiento en Estados Unidos que defiende que la muerte y que morir son parte de la vida de los seres humanos y del planeta (…) Lo único que quiere la gente son más opciones seguras de afrontar la muerte de quien ha fallecido", explica.

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La opción de convertirse en tierra fértil es la que eligen quienes deseen seguir siendo útiles y pasar a ser parte de la naturaleza. Sobre todo, para quienes no quieran contaminar incluso una vez hayan fallecido. Y es que la energía que se necesita para convertir un cuerpo en nutrientes para la tierra es ocho veces menor que la de una cremación y se ahorra el equivalente a una tonelada métrica de CO2, según Recompose.

"La reducción orgánica natural encaja en las nuevas opciones como un entierro ecológico. También ayuda a reconectar a la gente con su comprensión de que somos parte de la Tierra. Nuestros cuerpos están hechos de nutrientes que son necesarios para las plantas y para el suelo", añade la profesora.

¿Por qué Washington es el primero?

"En Washington tenemos una fuerte ética de conservación ambiental y ya tenemos varios sitios para entierros naturales. También es donde trabajo y donde he desarrollado mis más de 12 años de experiencia en compost orgánico procedente de vacas y de caballos. También es el hogar de Spade", explica Carpenter-Boggs.

La profesora y Spade no esperan que la opción de convertirse en compost orgánico acabe desbancando al ya tradicional entierro y a la cremación. Al menos, durante las próximas décadas. Pero sí que cale entre aquellas personas y familias con un fuerte sentido de la protección medioambiental.

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Inicialmente su empresa realizó un estudio sobre seis personas que habían donado sus cuerpos a la Universidad Estatal de Washington. Cinco de ellas los habían donado personalmente antes de fallecer, sabiendo el destino al que iban a servir. El último cuerpo fue donado por la propia familia. "Todos los donantes querían en concreto ser parte del estudio", explica a Sputnik, y añade que la respuesta que han recibido ha sido muy positiva. Lo define en una frase.

"La posibilidad de volver a la tierra de una forma que la beneficia da la sensación de que el fin de nuestros días puede ser positivo", remarca.

Otra de las ventajas del compost orgánico es que es mucho más barato que la cremación. Carpenter-Boggs fija el precio alrededor de los 5.000 dólares. Entre el precio y el hecho de contribuir al ciclo de la vida una vez fallecido, se genera un halo de positividad tras la muerte, resume.

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