No todos comemos solamente cuando tenemos hambre. La comida es un elemento social, que une a las personas, y también una forma de gratificación en momentos de agotamiento, o una compañía frente a la soledad.
"La dieta de la felicidad es un curso renovado que vamos a realizar junto a la psicóloga Aline Akirmaian. Consiste de ocho encuentros donde vamos a trabajar la alimentación emocional", contó Mariana Alvez, directora del Centro Psicología Positiva Uruguay, en Montevideo, donde se dictará el curso que comenzará el 27 de junio.
El año pasado ya se realizó uno, de cuatro encuentros, que estuvo centrado en aquellos alimentos que le hacen bien a nuestro cerebro. El actual surgió por una motivación personal.
"Luego de tener a mi hijo engordé como 14 kilos que no me pude quitar de arriba. No dormía, me alimentaba mal, pedía delivery todos los días. En ese momento vi que era eficiente entrar en sintonía con mi cuerpo", dijo Alvez.
Para ella lo fundamental es la moderación y el equilibrio, y evitar las prohibiciones. Por ejemplo, se puede comer una pizza de vez en cuando, pero la clave es no comerla todos los días.
"Lo más complicado de la adicción a la comida, es que es algo de lo cual no podemos prescindir. Uno puede dejar de tomar y fumar, pero no puede dejar de comer. La idea es nunca llegar al punto de explosión, si fuéramos a hacer una gráfica del 1 al 10, uno tendría que detenerse en un 8", agregó.