"Hay un ambiente de que no se llegó a ningún lado en Osaka, luego de que el G20 cumple diez años de creación, la impresión es de que ya cumplió su cometido, que era tener una estabilidad en la economía mundial, después de la crisis 2008", dijo el investigador, quien coordina el Laboratorio de Análisis en Economía, Comercio y Negocios en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El académico sugiere que hay una veintena de temas en los que no se ha logrado avanzar, porque el foro se ha convertido estrictamente en el diálogo entre los 20 grandes líderes, que tienen sus reuniones bilaterales o regionales.
También es el caso del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica).
"Fuera de esos encuentros no se avanzó en torno a soluciones inmediatas ni en planes de mediano plazo", evalúa el investigador vía telefónica.
En las discusiones entre los observadores de la sociedad civil y la academia, Osaka se vio como la última estación de una ruta que no ha ido por buen camino, desde las últimas cinco reuniones del G20.
"El ambiente aquí fue que el tema predominante, el riesgo de guerras comerciales, nada tenía que ver con la naturaleza inicial del grupo", que aglutina a las economías desarrolladas y emergentes.
A diez años, se puede evaluar los dos elementos originales de este foro: primero, buscar la estabilidad económica global; y segundo, apuntalar la economía estadounidense que ya se ha logrado.
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"Esta cumbre muestra que es hora de ver hacia otras metas, quizá vinculadas a los objetivos de la ONU", indica el economista.
El nuevo proteccionismo
Martínez Cortés considera que es una paradoja que el único país que no había hecho suyos los nuevos obstáculos al comercio sea México.
"El resto de miembros del grupo han aplicado políticas proteccionistas en distinto grado que minan el libre comercio", sentencia.
Junto con el ritmo "espectacular" que ha tomado la economía de EEUU, "se entronizó un nacionalismo económico proteccionista desde la Casa Blanca, que lacera el espíritu inicial del G20, que era impulsar el libre comercio internacional", lamenta el investigador.
Uno fue la confrontación entre EEUU y China; y otro fue la seguridad regional, como los casos de Venezuela e Irán.
Esas consideraciones de seguridad regional surgieron de la misma forma episódica que surgieron antes los casos de Siria, Ucrania y Corea del Norte.
"Pero la cumbre no pasó de hacer las exhortaciones al diálogo, entre Irán con EEUU, y de que en Venezuela se respeten los derechos humanos", relató el observador.
A cambio de estas cosas coyunturales, "se dejaron de lado acciones para hacer tangible los 17 objetivos del desarrollo sostenible que marca la ONU", lamentó el investigador.
"Es una ironía que un país latinoamericano impulse al menos cinco de esos objetivos", sugiere el académico mexicano.
Esos objetivos son: uno, darle una salida humana a la crisis internacional de la migración; dos, contrarrestar la pobreza; tres, fortalecer la defensa del medio ambiente, cuatro, impulsar el desarrollo económicos local, y cinco, englobando los cuatro anteriores, fortalecer la gobernanza, que incluye el combate a la corrupción la transparencia y seguridad jurídica.
"Ese país es México", afirma Martínez Cortés.
Puso como ejemplo la evolución de los países BRICS, que aprovechan los espacios de esta cumbre para consultar entre ellos sobre el futuro de su espacio emergente.
"El espíritu integrador alternativo de los BRICS iba más lejos que la marca ideada por Goldman Sachs, pero se ha debilitado", evalúa.
Según el economista, las tendencias más notables son la siguientes: "Rusia y China siguen impulsando sus mercados internos; Brasil, India y Sudáfrica no tienen condiciones para fortalecer una iniciativa alternativa de desarrollo, diferente a los bloques predominantes".
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Además, el gigante sudamericano, tras el cambio en la presidencia, "marcha en sentido contrario hacia la liberalización comercial y apuesta al desarrollo interno".
En ese ambiente, México alcanzó a colocar un solo tema: lo hizo presente mediante la ausencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, el único del los 20.
"México logró una exposición de su Plan de Desarrollo Integral para el sureste mexicano y Centroamérica, pero no logró extraer compromisos tangibles monetarios, solo respaldos políticos", concluye Martínez Cortés.
El economista recomienda que el grupo de países debería precisar bien dos o tres objetivos claros para el año siguiente, con nuevas metas para el 2030, ligados a las metas del desarrollo sostenible de ONU.
"En ese enfoque puede entrar México con la meta a consolidar en los cinco años restantes", dijo.
Esos tres temas, indica, son: los nuevos caminos sobre la migración global, la promoción del desarrollo y el empleo.
