Desde 2015, el mandarín Xi ha tomado precauciones ante la creciente hostilidad de EEUU, cuando inició su fulgurante reforma militar.
Cuatro años después, el nuevo libro blanco expone que "los sistemas internacionales de seguridad y orden fueron socavados por el creciente hegemonismo, la política de poder, el unilateralismo y las constantes guerras y conflictos regionales" de los que, en su totalidad, EEUU es el principal culpable por "desestabilizar la seguridad internacional", "alimentar la competencia estratégica internacional y acelerar la carrera armamentista al desarrollar nuevos tipos de fuerzas de combate".
Cuatro años después, el libro blanco es más severo con EEUU a quien juzga de ser responsable por generar incertidumbres a la seguridad regional (sic) en Asia-Pacífico cuando "EEUU fortalece sus alianzas militares en Asia-Pacífico y refuerza su intervención y despliegue militar, acumulando complejidad a la seguridad regional".
El libro blanco critica el despliegue por EEUU de su sistema Terminal de Gran Altitud de Defensa de Área (THAAD, por sus siglas en inglés) en Corea del Sur, lo cual "socaba en forma severa el balance estratégico y los intereses en seguridad de países en la región (sic)".
Tres días antes de la confirmación por el Senado del flamante secretario del Pentágono Mark Esper —un halcón de la confrontación con China y Rusia, además de ser cabildero del complejo-militar-industrial—, John Rood, subsecretario de Política de Defensa de EEUU, fulminó en el Foro de Seguridad de Aspen (Colorado) que China es "el país más grande con capacidad para cambiar la forma de vida en EEUU y cambiar el orden global, para bien o para mal".
En el Foro de marras, Chris Brose, exdirector del Comité de Servicios Armados de EEUU, fustigó las ambiciones territoriales de China en el mar del Sur de China y en su frontera con la India, por lo que considera que EEUU debe replicar las inversiones de larga escala de China en tecnología, ya que de otra forma Washington corría el riesgo de perder su supremacía.
Tampoco pasó desapercibido que el mismo día del libro blanco, Rusia embarcó nuevos misiles de defensa antiaéreos S-400 a China antes del tiempo programado.
Según South China Morning Post, EEUU "brindó su apoyo a Corea del Sur y a Japón en respuesta a las incursiones aéreas de China y Rusia" y juzga que el ejercicio conjunto aéreo de Moscú y Pekín revela la "ambición de expandir el panorama de su influencia política cuando el compromiso militar de Washington en la región es cuestionado y las relaciones con sus principales aliados regionales siguen deteriorándose".
Hace un año Rusia y China ya habían realizado espectaculares 'juegos de guerra' en el Lejano Oriente ruso Vostok 2018.
Artiom Lukin, vicedirector de la Universidad Federal del Lejano Oriente de Rusia, comentó sin tapujos que "Pekín y Moscú esperan llenar el vacío de seguridad creado por la incertidumbre sobre el compromiso militar de EEUU en la región, conforme Washington busca recortar su gasto militar en la región Asia-Pacífico".
Lukin interpreta que "Pekín y Moscú le dicen a Seúl y a Tokio que el equilibrio militar en la región se ha movido y que EEUU ya no es más el principal actor".
Tampoco China "se involucrará en ninguna carrera armamentista nuclear" y "mantendrá su disuasión al nivel mínimo requerido para su seguridad nacional".
El documento recuerda que desde su fundación hace 70 años, China nunca ha librado guerras ni conflictos armados.
El documento puntualiza que el "socialismo con características chinas entró a una nueva era cuando el mundo de hoy sufre profundos cambios no vistos durante un siglo: "la globalización económica, la sociedad de la información y la diversificación cultural se desarrollan en un creciente mundo multipolar (sic)" por lo que la "paz, desarrollo y la cooperación ganar-ganar" permanecen como "las tendencias irreversibles de los tiempos" frente a "prominentes factores desestabilizadores e incertidumbres en la seguridad internacional".
Aboga por la reunificación pacifica de Taiwán bajo el principio de "un país, dos sistemas" —al estilo de Hong Kong y de Macao—.
El libro blanco otorga mucha importancia al Beijing Xiangshan Forum como audiencia para el "ntercambio de nuevas ideas y abordajes para las amenazas a la seguridad regional (sic) y sus desafíos", cuyas discusiones "han tenido un papel activo en promover el diálogo de la seguridad y la confianza mutua en la región Asia-Pacífico)".
Se infiere que, al corte de caja de hoy, la jerarquía de los desafíos que confronta China se centra en su 'región' Asia-Pacífico, sin descuidar su expansión periférica y sus intereses foráneos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK