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G7: los revolcones de Biarritz

G7: los revolcones de Biarritz
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El presidente de EEUU, Donald Trump, se enfrentó al resto de integrantes del G7 por Rusia: remarcó que su presencia es imperiosa para discutir temas como Irán, Siria y Corea del Norte. Al mismo tiempo, reiteró su afán de un gran acuerdo comercial con Reino Unido, cuyo premier, Boris Johnson, afirmó que no pagará la factura de salida de la UE.

¿Dejó Macron a Trump en fuera de juego?

Los primeros escarceos entre los líderes del G7 en Biarritz se saldaron con encontronazos y el romanticismo dejó lugar a la afrenta por desengaños, advertencias y amenazas. A la madre de una de las causas de uno de los enfrentamientos más feroces de esta edición se la puede encontrar en una conversación telefónica.

Fue la que mantuvieron los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de EEUU, Donald Trump. En ella, el galo hizo gala de la importancia de reincorporar a Rusia al G7, algo que del otro lado de la línea telefónica se recibió con beneplácito.

Enmarcado en esta idea, y sintiendo el respaldo del anfitrión, con el extra de la reunión que Macron mantuvo con Putin en vísperas de esta cumbre, Trump avanzó en Biarritz porque ya no estaba solo. O al menos así lo creyó, porque le creyó. "Estoy convencido de que el futuro de Rusia es totalmente europeo. Creemos en esta Europa que va de Lisboa a Vladivostok", llegó a tuitear Macron tras su encuentro con Putin.

Pero las tornas cambian, y Macron lo dejó regalado a Trump. Según The Guardian, que citó a una fuente diplomática en anonimato, "La mayoría de los líderes insistieron en que el G7 sigue siendo una familia, un club, una comunidad de democracias liberales y, por lo tanto, le explicaron a Trump la imposibilidad de permitir que el presidente Putin regrese, por no corresponder al grupo".

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Y es que la posición de Trump, que siente que la presencia de Rusia es imperiosa para discutir temas como Irán, Siria y Corea del Norte, sólo fue apoyada por el saliente primer ministro italiano Giuseppe Conte. En tanto, el premier de Japón, Shinzo Abe, mantuvo una postura neutral, y los líderes de Alemania, Reino Unido, Canadá y Francia, blandieron la inadmisibilidad de la vuelta de Rusia al club. Algo que aplaudió y apoyó el saliente presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk.

Respecto a este volantazo de último minuto de París respecto a Moscú, el presidente de la Consultora Ekai Center, Adrián Zelaia, entiende que "parece que la interpretación más lógica es que ha habido un intento por parte de Macron de acercamiento a Rusia. Incluso un planteo por su parte de la posibilidad de que Rusia se incorporara otra vez al G7-G8, y que después de ese tanteo, en el contraste que durante estos días ha realizado con las otras potencias, miembros de este foro, se ha encontrado con una negativa profunda".

"Macron ha dado marcha atrás, ha preferido alinearse con el conjunto de estas potencias europeas, antes de dar una imagen claramente enfrentada que hubiera sido seguramente percibida por todos ellos como un importante paso atrás y como una muestra importante de debilidad geopolítica", esgrime el experto.

Boris Johnson quiere hacer un 'sinpa'

En este contexto, las luchas se volvieron encarnadas: fuentes británicas filtraron que Boris Johnson quiere ejecutar un Brexit duro y no pagar la minuta que asciende a 43.000 millones de euros para abandonar el club. Un 'sinpa' en toda regla.

Y BoJo se anima con un Brexit duro porque su socio transatlántico, Donald Trump, no sólo que se lo aplaude y estimula, sino que a diferencia de Macron, no lo deja tirado: el mandatario norteamericano expresó su firme deseo de hacer "el más grande acuerdo comercial" con Reino Unido una vez que se dé la estampida.

Tusk, a tragar

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Ante esta situación y para evitar que el incendio se volviera incontrolable, Donald Tusk tuvo que tragarse el sapo y mostrar una sonrisa indisimulablemente forzada junto a Boris Johnson: se reunieron para demostrar algo poco demostrable. Dijo el británico sobre el encuentro: "Es la prueba de que la cercanía entre el Reino Unido y nuestros amigos europeos, sobrevivirá más allá del 31 de octubre, pase lo que pase". Y Tusk devolvió la gentileza: "No podría estar más de acuerdo".

"Los comentarios alrededor del Brexit son muy interesantes. […] Una cosa es que en una negociación dura se amenace con todos los males del mundo en caso de que la otra parte no dé el brazo a torcer, y otra cosa es, que una vez cerradas las negociaciones —en este caso, una vez puesto en marcha el Brexit— a Europa le interese mantener al Reino Unido como un enemigo, lo cual no hay que pensar que es en absoluto el contexto en el que nos vamos a encontrar", sentencia Adrián Zelaia.

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