"Cuando un país tiene problemas como territorios ocupados, hay dos caminos: el primero es el camino militar que habíamos rechazado, y el segundo es la vía de la diplomacia y negociaciones, no podemos permitir que Georgia rehúse intentar usar este camino", dijo Zurabishvili.
La presidenta también acogió con satisfacción la reacción de Occidente, cuyos países elogiaron la celebración de la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Serguéi Lavrov y David Zalkaliani, al margen de la Asamblea General de la ONU.
"No hay rusofobia en Georgia", recalcó.
Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Rusia en 2008 tras el reconocimiento de la secesión de Abjasia y de otra antigua autonomía, Osetia del Sur.
El 8 de agosto de 2008, Georgia invadió Osetia del Sur y atacó con artillería pesada la capital Tsjinvali —entonces bajo la protección de las fuerzas de paz rusas— y otros poblados.
Rusia envió sus tropas y tras cinco días de hostilidades expulsó a los militares georgianos de la república, y a finales de agosto de 2008 reconoció la independencia de ambas antiguas autonomías georgianas.
La nueva espiral de tensión entre Moscú y Tiflis empezó en la segunda quincena de junio de este año, después de que un grupo de radicales irrumpiera en el Parlamento georgiano y atacara al legislador ruso Serguéi Gavrílov, quien presidía la sesión inaugural de la Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia.
Frente a la sede legislativa se produjeron choques violentos entre elementos radicales y la policía, que utilizó balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
El 21 de junio, el presidente ruso, Vladímir Putin, firmó un decreto que suspende los vuelos de las compañías aéreas rusas a Georgia y los de las aerolíneas georgianas a Rusia a partir del 8 de julio.