Pies de siete centímetros: la tortuosa práctica a la que eran sometidas las mujeres en China

CC BY 4.0 / Wellcome Library, London / Modelo del pie deforme por el vendaje de pies de loto
Modelo del pie deforme por el vendaje de pies de loto - Sputnik Mundo
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Nació en la élite, era sinónimo de refinamiento femenino. Con los años, pasó a ser requisito para conseguir marido. Después, se extendió a todo el país y llegó a ser símbolo de orgullo étnico. Sputnik te cuenta la historia de los "pies de loto", la tortuosa práctica a la que fueron sometidas las mujeres en China hasta la Revolución de Mao Zedong.

Chánzú literalmente quiere decir pies vendados, pero mundialmente se los conoce como "pies de loto": se trata de una práctica que nació en el siglo X en China y que consiste en aplicar una venda ajustada a los pies para prevenir su crecimiento. 

CC0 / C.H. Graves / Un pie vendado en comparación a uno sin vendar en Canton (China) en 1902
Pies de siete centímetros: la tortuosa práctica a la que eran sometidas las mujeres en China - Sputnik Mundo
Un pie vendado en comparación a uno sin vendar en Canton (China) en 1902

Las niñas fueron sometidas a esta terrible práctica hasta el nacimiento de la República Popular China, en 1949. Una de las medidas revolucionarias de Zedong fue la prohibición de vendar los pies a las niñas; así sentó las bases para que las mujeres de China pudieran pelear por su igualdad.

Origen 

Hay varias historias respecto a su procedenica, quizá la más popular sea la que explica que se originó durante la Dinastía Song, entre las bailarinas de clase alta de la cohorte que se vendaban los pies para que tuvieran la forma de la luna nueva. Se dice que los hombres se sentían erotizados, y que las mujeres lo empezaron a practicar para ser más bellas ante sus ojos. Se convirtió en una práctica común en la élite. 

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El hecho de que sólo lo practicaban las mujeres chinas, hizo del vendaje de pie una expresión de la identidad nacional tras la invasión mongola a China en 1279.

Al comienzo las mujeres pobres no lo practicaban porque tener los pies vendados implicaba que no podían trabajar. Sin embargo, ante el afán de salir de la penuria económica, las familias más pobres comenzaron a vendarle los pies a sus hijas mayores. De esa forma se convertirían en damas y conseguirían un marido con dinero. A las hijas menores no se les vendaban los pies, cuando crecían se convertían en sirvientas domésticas. Cuando les llegaba la edad de casarse podían convertirse en concubinas de hombres ricos o esposas de obreros, campesinos o artesanos. 

Recién en el siglo XX comenzó el declive de los pies de loto. Fue una época de cambio de las condiciones y paradigmas sociales; llegó a haber campañas contra el vendado de pies, considerándolo una práctica bárbara y arcaica, pues el vendado de pies provocaba discapacidades motoras de por vida en la gran mayoría de mujeres a quienes les había sido practicado. 

CC0 / Vassil / Zapato de pies de loto del siglo XVIII
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Zapato de pies de loto del siglo XVIII

Aun así, la costumbre persistió en las zonas rurales hasta que en 1949 fue definitivamente prohibida por el gobierno comunista de Zedong. Al iniciarse el siglo XXI, las pocas mujeres con "pie de loto" que quedan en China, son ancianas con importantes problemas de movilidad y necesitan cuidados y asistencia continua. No obstante, aún hoy en Cantón (Guangzhou) hay familias que se enorgullecen de tener ancestras con "pies de loto". Según la Revista Smithsonian, la última fábrica de zapatos de loto cerró en 1999.

El atractivo femenino ligado al dolor

Cuando la niña cumplía cinco o seis años, comenzaba la tortuosa práctica. Primero, se les sumergían los pies en agua caliente y se les cortaba las uñas al ras. Luego, se masajeaban los pies y se los engrasaba. Se les rompían los huesos de los dedos más grandes y se los aplastaba contra la planta del pie, formando un triángulo. Después, se forzaba el arco hasta que el pie quedaba —literalmente— doblado. 

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Finalmente, les ataban los pies con una tira de seda de entre diez centímetros de largo y cinco de ancho. Estas envolturas se retiraban cada dos días para evitar que se infectara el pie. A veces el "exceso" de piel (y carne) era cortado. 

Una vez que "sanaban" las heridas, las niñas eran obligadas a caminar largas distancias, para acelerar la rotura de sus arcos. Con el tiempo, se las sometía a envolturas cada vez más apretadas y a zapatos más pequeños, a medida de que el talón y la base del pie se aplastaban. 

Después de dos años, terminaba el proceso. El pie queda con una hendija. La forma no podía ser revertida sin que la mujer volviera a sufrir dolor. 

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