El objetivo de las cuatro aeronaves rusas que participaron de las maniobras era detectar lo más rápido posible a un enemigo ficticio —representado por un quinto MiG-31— que violó los límites del espacio aéreo del país.
Los vuelos se llevaron a cabo en la estratosfera —más exactamente a una altura de 15 kilómetros— y, para dificultar el trabajo de las tripulaciones de los aviones, las fuerzas de defensa aérea terrestre no ayudaron en la detección del "enemigo". Los pilotos solamente contaban con las coordenadas aproximadas del "invasor" y necesitaban encontrarlo a través del sistema de radar de a bordo.
Pese a las complicadas condiciones, las cuatro tripulaciones actuaron en equipo y lograron concluir el ejercicio de manera exitosa.