"Los nacionalistas catalanes ya han perdido pero todavía no se dan cuenta de eso", dijo a Sputnik Yákovlev.
Expresó su convicción de que Cataluña "vivirá peor" si se separa de España y esbozó cómo evolucionaría la situación si lo lograra.
Sin embargo, alrededor del 50% de los bienes producidos en esta región son comercializados en otras comunidades autónomas de España.
Si la comunidad catalana gana la independencia "Madrid introducirá los aranceles aduaneros, como lo suelen hacer los Estados independientes entre sí, ¿a dónde van a suministrar entonces los catalanes sus productos?", interrogó.
El problema es que "el mercado internacional es muy competitivo", por lo tanto no será fácil para Cataluña hacerse un nicho en el mismo y resultará aún más difícil promover allí la parte significativa de su producción inicialmente destinada para el mercado doméstico.
En 1976, los independentistas del Partido Quebequés llegaron al poder en la provincia canadiense de Quebec y iniciaron una campaña por la independencia de la región; esta iniciativa resultó en un éxodo masivo de empresas y bancos de esta zona.
Como consecuencia, Toronto, la capital de la provincia de Ontario, se convirtió en nuevo centro financiero de Canadá, el papel que antes desempeñaba la ciudad de Montreal en la provincia de Quebec.
"Cataluña, si se separa de España, correrá la misma suerte, perderá el papel que todavía desempeña en la economía no solo de España, sino de toda Europa", señaló Yákovlev.
Más de 5.000 de empresas, dijo, ya trasladaron sus sedes de las ciudades catalanas a otras regiones españolas.
Subrayó que no se trata de "empresas pequeñas y de tipo familiar", sino de unos de "los mayores bancos y compañías" nacionales e internacionales.
La empresa española de automóviles Seat decidió parar la producción de su planta en Barcelona debido a las protestas que estallaron en respuesta a la condena de 12 líderes independentistas catalanes por Tribunal Supremo español el lunes pasado.
La fabricación de automóviles "es el motor de la economía tanto española como catalana; las plantas que se encuentran en la región (...) no pueden (funcionar) debido a los disturbios", puntualizó el hispanista.
Los productores, según Yákovlev, no pueden transportar sus mercancías, ni recibir piezas, mientras sus empleados no pueden llegar a sus puestos de trabajo, todo eso complica el proceso de fabricación y afecta la economía de la región.
"Cataluña siempre ha sido la meca del turismo, y este año muestran indicadores negativos, la gente tiene miedo de viajar allí; recibimos información (...) de que nuestros compatriotas no pueden salir, no pueden llegar al aeropuerto, ¿quién se atreverá a viajar bajo tales condiciones?", cuestionó.
Recordó que, además, la comunidad autónoma automáticamente dejará de ser parte de la Unión Europea si decide abandonar España.
Efecto dominó
Sin embargo, aún más preocupante resulta una posible respuesta de aquellos catalanes que estaban en contra del referéndum de independencia de Cataluña llevado a cabo en 2017.
"Si se produce la escisión, se rebelará la parte de la población que está en contra; de momento han adoptado una actitud de espera", señaló el analista.
Sin embargo, si Cataluña alcanza separarse del Estado español, esas personas "no tendrán otra salida" que iniciar sus propias protestas.
"Puede producirse el efecto dominó: la mayoría de los residentes de Barcelona están a favor de permanecer dentro de España; hace aproximadamente un año y medio, se planteó la cuestión: si ahora Cataluña de repente se separa de España, entonces luego los disconformes se separarán de Cataluña", explicó Yákovlev.
Asunto paneuropeo
Yákovlev mencionó también las implicaciones que el problema catalán puede tener para el resto de Europa.
Destacó que se estimó que en Europa existen más de 30 lugares donde hay fuertes sentimientos separatistas.
El caso catalán puede desencadenar una serie de sucesos peligrosos que "convertirá a Europa en una escena de enfrentamientos y confrontaciones separatistas".
Añadió que en las actuales protestas en Cataluña ya participan los extranjeros, por ejemplo, de Alemania.
"Esto adquiere el carácter de una intervención extranjera, ahora las autoridades españolas también tendrán que ocuparse de eso (...) España forma parte de Europa, es un asunto paneuropeo", advirtió el hispanista.
La solución menos mala posible
El Gobierno de Cataluña se arrinconó y no está seguro su futuro, según Yákovlev.
En este contexto, el analista recordó que la sentencia del "procés" de Cataluña también podría servir de una herramienta para promover "el diálogo político" y alcanzar "algún acuerdo" entre "las autoridades centrales y los condenados y sus abogados".
"Es importante encontrar puntos de convergencia" y no atribuir el carácter absoluto a las sentencias que pueden ser reducidas "de varios modos", concluyó.