"Macri tuvo desde el comienzo de su gestión, a tono con [el presidente estadounidense Donald] Trump, una característica de insider/outsider porque, por un lado, es outsider del sistema político tradicional que rige en Argentina desde 1983, pero a la vez es un insider porque es el hijo, o príncipe, de una de las grandes fortunas de la Argentina [la de su padre, el empresario Franco Macri], una suerte de Gianni Agnelli argentino", dijo Touzón, coautor del libro La grieta desnuda junto a Martín Rodríguez.
Más adelante, como jefe de Gobierno (alcalde) de la Ciudad de Buenos Aires (2007-2015), Macri gestionó la capital argentina durante dos períodos sin dogmas partidarios; incluso, los pocos mítines ofrecidos estuvieron inundados de globos amarillos, celebridades invitadas y pasos de baile.
"Uno de los aciertos del macrismo fue haber logrado conceptualizar al [ahora opositor] peronismo como el poder permanente en Argentina, como suele hacer gente de los estratos más altos de la sociedad, para construir un relato que dice que son antisistema y que el peronismo es el sistema", afirmó Touzón.
Así fue como este ingeniero de 60 años nacido en la turística ciudad de Tandil (este) construyó su imagen de hombre común, descontracturado y alejado de ese "ideario basado en el concepto de las mafias, los sindicatos, los punteros territoriales y todo lo que el imaginario convoca al peronismo en su sentido más negativo", observó.
La grieta como gobierno
El expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) eligió a Macri como enemigo político y, sin saberlo, hizo crecer su nombre entre las preferencias del antiperonismo, que, con variables en la historia, oscila entre el 20 y el 30% del electorado.
Eso hizo Macri, y el 22 de noviembre de 2015, una coalición bautizada Cambiemos, entre su joven partido Propuesta Republicana (PRO) y la tradicional Unión Cívica Radical, ganaba las elecciones presidenciales en segunda vuelta con el 51% de los votos.
El 10 de diciembre de ese año, y luego de la toma de mando, Macri, fiel a su costumbre, bailó cumbia en el balcón presidencial.
La estrategia del antagonismo con el peronismo, bautizada como la "grieta", siguió siendo el eje del discurso de Macri como presidente, aunque su conducción no estuvo exenta de aspectos que también se le critican al kirchnerismo, como el fuerte personalismo y la falta de diálogo con la oposición.
Así, el recurso recurrente de la grieta pasó a ser un argumento insuficiente para un electorado que en las primarias del 11 de agosto otorgó al postulante kirchnerista Alberto Fernández el 47,79% de los sufragios y a Macri apenas un 31,8%.
Futuro político
La nueva estrategia electoral de la coalición de Macri optó por asignar por primera vez a un peronista un lugar de privilegio en el armado de la lista; así, Miguel Ángel Pichetto, quien oficiaba de negociador del peronismo en la Cámara de Senadores de las leyes más afines al oficialismo, pasó a ser su compañero de fórmula.
"Lo que vemos en este ciclo de actos que hace Mauricio Macri en el tramo final de su campaña es galvanizar ese 30%, su propia minoría intensa, el electorado cautivo o 'the base' como dirían en EEUU, hablándoles de sus temas y con una derechización más creciente", describió Touzón.
La votación del 27 de octubre dirá si esa estrategia de Macri, un presidente que siempre encuentra similitudes entre la política y el fútbol, le alcanza para revertir el resultado de las primarias o para, simplemente, dar el puntapié inicial y volver a construir su camino como líder de la oposición.