El Sínodo propuso establecer criterios para "ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituída y estable".

Al mismo tiempo, los obispos reunidos en el Vaticano alabaron "el celibato como un don de Dios en la medida que este don permite al discípulo misionero, ordenado al presbiterado, dedicarse plenamente al servicio del Pueblo Santo de Dios".
Tratando el tema de la protección medioambiental en la Amazonía, el Sínodo dio una definición al pecado ecológico como "una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente, es un pecado contra las futuras generaciones y se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente".