Varios manifestantes ataviados con máscaras antigás y cascos lanzaron proyectiles y utilizaron punteros laser contra las fuerzas policiales. A su vez, los agentes del orden público emplearon cañones de agua para dispersar a la multitud.
Uno de los activistas sostuvo un cartel en el que podía leerse el lema Sus balas no nos detendrán.
La actual ola de protestas —la peor en décadas— fue provocada por la subida de tarifas del metro santiaguino en octubre. Posteriormente las autoridades suspendieron esta medida, pero las protestas siguieron. Las demandas sociales se profundizaron, lo que intensificó la envergadura y el número de las manifestaciones, muchas veces marcadas por violentos choques. Hasta el momento han muerto cerca de 30 personas, al menos cinco de ellas a manos de las Fuerzas Armadas y de la Policía.