El servicio, que también abarcó las ciudades cercanas de Givatayim, Kiryat Ono y Ramat Hasharon, supone una gran novedad en un día de descanso en el que el transporte público se detiene en todo el país y solo en algunas localidades funcionan minibuses de compañías privadas.
"Es fantástico, el sistema funciona", señaló un joven llamado Tzachi al diario 'Haaretz' mientras abordaba un minibús de 19 personas casi lleno, en el centro de Tel Aviv.
Hasta este fin de semana, para realizar el mismo recorrido, Tzachi tendría que haber tomado un autobús a Tel Aviv antes de que comenzara el shabat, pasar el rato en casa de un amigo durante varias horas y luego tomar un scooter eléctrico hasta Jaffa, la ciudad antigua que quedó absorbida por el municipio de Tel Aviv.
"Hoy es un día histórico, no bromeo", agregó el joven.
Los autobuses son gratuitos, por ahora, porque los servicios de transporte público no pueden cobrar dinero sin un permiso del ministerio de Transporte y lograrlo es un dolor de cabeza burocrático.
Esto crea una situación absurda en la que los judíos ortodoxos, que se oponen al transporte público durante la jornada del shabat, lo pagan con sus impuestos municipales, ya que las ciudades participantes no pueden cobrar tarifas para cubrir los costos.
Se estima que el coste anual del proyecto (52 fines de semana) serán unos 12,5 millones de shekels (unos 3,6 millones de dólares) pero probablemente aumentaría si se unieran otras ciudades al proyecto.
El servicio de autobuses incluye seis rutas de aproximadamente 300 kilómetros de longitud con más de 500 paradas. Funciona desde las 6 de la tarde hasta las 2 de la madrugada, los viernes, y desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, los sábados.
Los minibuses parten a intervalos de media hora, en las horas en punto y las medias.