"América Latina no consigue formar bloques regionales, en primer lugar porque está dividida en regiones: tenemos América del Sur, Central y del Norte, está el Caribe con sus propios organismos, la Caricom, y Centroamérica con el SICA", dijo el analista argentino Pedro Brieger, jefe de cátedra en la carrera de sociología de la Universidad de Buenos Aires y director de Nodal.
La más importante y antigua es la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, y conformada por 35 países, es decir, todas las naciones americanas, si bien Cuba no participa pese a que en 2009 los demás Estados dejaron sin efecto la suspensión que le habían impuesto en 1962.
Pero también existen los bloques de carácter económico: el Mercosur, la Comunidad Andina, la Alianza del Pacífico y el ALCA, muerto antes de nacer pero que dejó su contraparte ideológica, el ALBA.
Y los organismos políticos similares a la OEA, pero sin Estados Unidos: la CELAC, la Unasur y su Parlasur, además de las cumbres Iberoamericana y de las Américas.
"No ha habido un bloque capaz de aglutinar esas diversidades y economías dispares que tenemos en América Latina", advirtió el periodista y analista chileno Pablo Jofré, docente de la Universidad de Chile.
En su opinión, "no puede haber bloques funcionales donde la equiparidad es absolutamente inexistente e incierta y no existen fondos de cohesión o estabilización como los que vivió Europa y su mancomunión de naciones en función de políticas de seguridad, política exterior y economía, orientadas a la estabilidad".
Argentina y México
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador encontrará en 2020 un aliado ideológico en Argentina gobernada por Alberto Fernández, recién ungido como presidente de la tercera economía de América Latina.
Para el flamante canciller argentino Felipe Solá "ninguna de esas siglas explica la razón de la ausencia de este organismo" integrador.
En la última reunión del Consejo de las Américas Solá destacó que "México por primera vez tiene ideas nuevas y pone una mirada muy especial y madura sobre América Latina" y opinó que "hay que desideologizar las relaciones, suena paradójico pero no quiere decir que se pierda identidad".
"Creo que la Unasur no va a renacer, es algo que pasó", continuó. "No creo que tenga destino algo llamado Prosur, que algunos dijeron que tenía que llamarte Pronorte, fue algo absolutamente coyuntural y momentáneo, pero sí existe el Grupo de Lima y vamos a estar ahí, y también existe la CELAC", dijo.
Resta saber si Argentina podrá "desideologizar" el Grupo de Lima, que reconoce a Guaidó como presidente encargado de Venezuela y del que también forma parte Brasil, que espera un 2020 con mucha intensidad política tras el anuncio del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) que recorrerá el país en mítines políticos.
Brasil, Ecuador y Colombia
El presidente brasileño "Jair Bolsonaro ve el fantasma del comunismo y el marxismo por todos lados y no es capaz de comprender que, frente a posturas ideológicas diferentes, él tiene que tener una postura más abierta", observó Brieger.
Los presidentes Iván Duque, de Colombia, y Lenín Moreno, de Ecuador, anunciaron que mantendrán su apoyo al Foro para el Progreso e Integración de América del Sur (Prosur) "como un espacio regional de diálogo y coordinación para la construcción de una Suramérica más democrática en la que primen el respeto y protección al orden democrático".
Para Jofré, Prosur no tiene ningún futuro.
"Es la creación de un grupo de gobiernos destinados a tratar de influir en la marcha del proceso bolivariano y el ascenso del desarrollo y consolidación del progresismo en América Latina", dijo.
✒️ FIRMAS por María Luisa Ramos Urzagaste
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 29, 2019
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Se trata de "una continuación del Grupo de Lima con menos países pero con la misma ideología y objetivos, pero no tiene ninguna posibilidad de desarrollo, es una herramienta funcional a los intereses de EEUU en la zona", agregó.
Para marzo de 2020 están previstos dos acontecimientos que terminarán de demostrar de qué forma se acomodan las fichas en América Latina: la asamblea general del Grupo de Lima y la de la OEA que elegirá, ni más ni menos, al futuro secretario general.